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Universidad Nacional Arturo Jauretche | Instituto de Ciencias Sociales y Administración | Licenciatura en Trabajo Social

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Desde la década de 1990, los países de América Latina se vieron involucrados en la construcción de procesos políticos y económicos nacionales y regionales orientados por los postulados del neoliberalismo. Estas iniciativas se asentaban en al menos dos supuestos: la economía neoclásica como rectora de todas las dimensiones de la sociedad (incluyendo lo político y lo social) y la dimensión internacional (o, más específicamente, la globalización) “como fuerza arrolladora a partir de la cual analizar las diversas problemáticas y realidades nacionales” y construir respuestas (Vilas, 2011, p. 9).

En el marco de instituciones regidas por estos principios, sin embargo, se fueron construyendo experiencias locales ancladas en los principios y valores de la economía social y solidaria (ESS). Siguiendo a Singer (2014), la ESS es un modelo teórico-político que engloba a diferentes estructuras organizacionales, destacando la cooperativa de producción como su unidad típica y la más representativa. A esta caracterización se suman los siete principios y valores rectores de este tipo de emprendimientos, definidos en 1995 por la Alianza Cooperativa Internacional: afiliación voluntaria y abierta, control democrático de los miembros, participación económica de los miembros, autonomía e independencia, educación, formación e información, cooperación entre cooperativas e interés por la comunidad.

En nuestra región, señala Mutuberría (2008), las prácticas de la ESS se caracterizan además por los siguientes elementos: las actividades, empresas y circuitos económicos se articulan desde la reciprocidad y la solidaridad; las prácticas son heterogéneas, porque incluyen diferentes situaciones, problemas y personas; la socialización de la información es clave, ya que permite transparentar los procesos y habilitar la participación informada en la toma de decisiones. En definitiva, ello determina que en nuestra región la ESS abarque a un conjunto variado de organizaciones y prácticas, incluyendo

“organizaciones de base, nuevos movimientos sociales, empresas recuperadas por sus trabajadores, experiencias asociadas a la problemática del hábitat popular, redes de comercio justo, mercados solidarios, redes de consumo responsable, empresas sociales, emprendimientos económicos populares, cooperativas de trabajo, de vivienda, de servicios públicos y de consumo, finanzas solidarias, redes de ayuda mutua, redes de comercialización/distribución de bienes y servicios, asociaciones barriales, experiencias de presupuesto participativo, experiencias vinculadas a la problemática del medio ambiente, moneda social, entre otras” (Mutuberría, 2008:32)

Desde el inicio, el modelo de la ESS se plantea como una propuesta teórica pero también política, que busca desarrollar un proyecto basado en la democracia, participación, equidad y solidaridad. Para ello, sin embargo, ha encontrado en los Estados de la región una limitante.

En parte, estas limitantes se han asentado en las propuestas formuladas desde el neoliberalismo. Sin embargo, en el marco de modelos políticos diferentes (aquellos que en nuestra región se instalaron, parafraseando a Vilas, después del neoliberalismo), también encontramos iniciativas que colocan a la ESS como “rueda de auxilio”. Es decir, una solución frente a empresas que quiebran y son recuperadas y autogestionadas por las y los trabajadores, o emprendimiento que se estructuran para canalizar planes de asistencia social, entre otros. Sin embargo, como señala Petriella (2011), este tipo de organizaciones

no debe ser un instrumento moderador de las injusticias que genera el sistema basado en el lucro y la maximización de la ganancia. La cooperativa es parte de la brega por configurar un nuevo sistema que incluso reemplaza el concepto de ganancia por el de rentabilidad social necesaria (Petriella, 2011, s/p)

En este sentido, se observan tres tipos de limitaciones principales para el desarrollo del modelo propuesto por la ESS. El primer tipo es cultural, vinculado con la subjetividad popular anclada en las empresas capitalistas como modelo exitoso (Gorini, 2002). El segundo tipo de limitaciones son económicas y se relacionan con el acceso a fuentes de financiamiento y canales de comercialización. Mientras que las empresas capitalistas disponen de dichas bases de sustentación, en muchos casos ofrecidas por otras empresas capitalistas, las empresas de la ESS cuentan con mayores limitaciones. Asimismo, sus unidades suelen actuar aisladamente en mercados dominados por empresas capitalistas. El tercero, refiere a la dimensión institucional y el apoyo legal por parte de los Estados. Al no existir políticas públicas transversales para la ESS, sus entidades se encuentran sujetas a políticas focalizadas que apuntan en la mayoría de los casos a consolidar su carácter marginal dentro de la economía, en lugar de dotarlas de condiciones que favorezcan su crecimiento estructural.

Algunas de estas limitantes han sido abordadas por la Organización Internacional del Trabajo (OIT), organismo conformado por las cámaras empresarias, sindicatos y Estados en el marco de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), quien recomienda a los Estados implementar acciones para reducir las brechas y favorecer el crecimiento de las organizaciones de la ESS (Recomendación N° 193/2002). Entre estos puntos que propone se destacan la adopción de una legislación y una reglamentación específicas con consenso por parte de las y los integrantes de estos emprendimientos; la implementación de servicios de apoyo que permitan mejorar la viabilidad empresarial y la capacidad para crear empleo y generar ingresos de estos emprendimientos; el diseño de medidas que faciliten el acceso al financiamiento y al crédito; o el fomento de condiciones que favorezcan el desarrollo de vínculos entre todas las formas de la ESS, con el objeto de facilitar el intercambio de experiencias.

A estas recomendaciones resulta relevante sumar las cinco lagunas que identifica Pochman (2014) en las políticas públicas de la región, que permiten reconocer los desafíos para el fortalecimiento de la ESS: la ausencia de una definición unívoca de ESS y de un código de trabajo propio; la carencia de un modelo financiero propio acorde con los principios de la ESS; la inexistencia de una red de producción, difusión de tecnología y extensión técnica en el ámbito de la ESS; la necesidad de incorporar la ESS en las políticas públicas para la industria y el comercio exterior y una política de compras públicas y promoción de redes orientadas a la comercialización y distribución solidarias.

Tanto las recomendaciones establecidas por la OIT como las cinco lagunas que trabaja Pochman (2014) marcan el camino que deberían transitar las políticas públicas para que los emprendimientos de la ESS rompan con los límites estructurales actuales y puedan empezar a conformarse como un modelo de producción alternativo. A ello, se suma la necesidad de reconocer que las empresas de la ESS no son un híbrido entre el capitalismo y la pequeña producción de mercancías, sino una síntesis (Singer, 2014) y que, además amalgaman lo económico con lo social y se expresan como una diagonal entre lo estatal y lo privado, sin orientación al lucro e incorporando valores solidarios y de democracia y eficiencia (Petriella, 2011).

Desde comienzos del Siglo XXI, los principios y valores que constituyen el núcleo del modelo de la ESS formaron parte de los discursos oficiales de los Estados de la región, que apuntaban a la construcción de un continente más justo y solidario. Pero también se observan acciones en este sentido, caminos más o menos firmes en pos de fomentar el desarrollo de la ESS en distintos niveles y con diferente profundidad. Ello se ha dado especialmente en el marco de procesos de ruptura con el neoliberalismo hegemónico de la década de 1990 aunque se reconocen también procesos anteriores a esta ruptura, que van anclados de la mano de la disputa y movilización por parte de actores y actoras sociales.

A nivel de los países de la región, un caso paradigmático se puede constatar en la reforma de la Constitución Nacional de Ecuador de 2008, en la que se establece que el sistema económico del país es social y solidario. En su artículo N°283 se puede leer

“El sistema económico es social y solidario; reconoce al ser humano como sujeto y fin; propende a una relación dinámica y equilibrada entre sociedad, Estado y mercado, en armonía con la naturaleza; y tiene por objetivo garantizar la producción y reproducción de las condiciones materiales e inmateriales que posibiliten el buen vivir.”

A este artículo lo acompañan otros, que puntualizan en diversos aspectos referidos a la adopción de este modelo. Asimismo, en el año 2011 se sancionó la “Ley orgánica de economía popular y solidaria del sistema financiero”, que define a la ESS, regula los derechos y obligaciones de estos emprendimientos y crea instancias específicas dentro de la estructura del Estado, entre las que se destaca el Instituto Nacional de Economía Popular y Solidaria.

Lo mismo sucedió en Bolivia (2009), donde la reforma constitucional incluyó la sanción de diferentes artículos vinculados a la promoción y el desarrollo de las cooperativas. Puntualmente, en ellos se establece no sólo el reconocimiento de estas entidades y los principios que las rigen (solidaridad, igualdad, reciprocidad, equidad en la distribución, finalidad social y no lucro de sus asociados) sino además la obligación para el Estado de promover y reglamentar este tipo de organizaciones. En este marco, en el año 2013 se sancionó una Ley General de Cooperativas que regula la creación, organización y funcionamiento de las entidades, así como el fomento y la protección del sistema cooperativo boliviano.

En el caso de Argentina, el derrotero histórico del sector es dispar en términos territoriales, pero cuenta con una historia de larga data, en especial fuera de la zona del AMBA, donde se registra un fuerte desarrollo vinculado a la prestación de servicios públicos (cooperativas eléctricas, agua potable o telecomunicaciones) o al sector agropecuario. En la región metropolitana, en cambio, el surgimiento de entidades de la ESS está más vinculado con las crisis económicas, que en especial bajo la figura de empresas recuperadas surgieron con más fuerza luego del 2001 (Montes y Ressel, 2003; Schujman, 1984). En el nuevo milenio, sin embargo, se desarrollan algunas herramientas que contribuyeron a la promoción de este modelo desde el Estado, herramientas que se fueron fortaleciendo conforme avanzaba la década. Un ejemplo en este sentido es la creación del Instituto Nacional de Asociativismo y Economía Social (INAES) que, si bien fue instaurado en el año 2000 como respuesta frente al crecimiento de las iniciativas de la ESS en la sociedad, fue fortaleciendo su presencia durante estos años. Cabe destacar que además recientemente el INAES fue trasladado desde la órbita del Ministerio de Desarrollo Social al Ministerio de Desarrollo Productivo, dando una impronta diferente a las acciones orientadas al sector. Volviendo a la década de los 2000, otro punto que interesa resaltar es la inclusión de la educación cooperativa en la Ley de Educación Nacional sancionada en 2006, dando un nuevo impulso a una cuestión que había sido legislada en 1964. Pese a que su aplicación ha sido dispar dado que son las provincias argentinas las que determinan los contenidos curriculares, el marco de una Ley Nacional ofreció un gran paraguas para que cada distrito pueda incorporar estos contenidos. Finalmente se aprobaron algunas medidas que resultaron beneficiosas para los emprendimientos de la ESS, como la modificación en la ley de quiebras, que se adoptó con apoyos del sector. Estas medidas también fueron acompañadas por otras iniciativas orientadas al sector que, sin embargo, no promovían su consolidación como una alternativa a las empresas tradicionales sino que mas bien perpetuaba esta visión de “rueda de auxilio”, como puede ser el caso de algunas iniciativas planteadas desde el Ministerio de Desarrollo Social. De esta forma, si bien las acciones emprendidas desde el Estado argentino en estos años para la consolidación de este modelo no tienen la envergadura de las propuestas de otros países de la región, marcan una senda de construcción alternativa.

Estos discursos y acciones, sostenidos en las arenas nacionales, permearon también los procesos regionales, como por ejemplo el MERCOSUR. En el caso de este bloque regional, en el año 1999 se creó la Reunión Especializada de Cooperativas y en 2004, la Reunión Especializada de Agricultura Familiar. Ambos procesos reconocen antecedentes vinculados con la movilización de actoras y actores sociales, tanto a nivel nacional como internacional, en demanda de la promoción de formas alternativas de construcción económica, política y social del espacio regional. Pero a la vez, se anclan en decisiones impulsadas desde los Estados de la región para la creación de institucionalidad y orientación de recursos hacia el sector de la ESS. Al mismo tiempo, estos espacios se caracterizan por promover iniciativas regionales orientadas a dar respuestas a las necesidades del sector de la ESS incluyendo las visiones de quienes forman parte de estas experiencias como elemento central para la elaboración de políticas públicas (González, 2020).

Estos discursos y acciones dieron en parte respuesta a algunas de las recomendaciones elaboradas tanto desde los espacios políticos como académicos para el fortalecimiento del sector que hemos revisitado: la elaboración de políticas públicas específicas y transversales a la ESS; la adopción de legislaciones y regulaciones que, con el consenso de las organizaciones, permitan definir y caracterizar al sector; la implementación de servicios de apoyo; entre otras. Sin embargo, promediando la década del 2010, las modificaciones políticas que tuvieron lugar en los países de la región dieron paso a un nuevo contexto de pérdida de relevancia de las propuestas de la ESS, que se hizo patente tanto en los discursos estatales como en las acciones emanadas de los espacios formales. Mientras que algunas de las políticas que estaban en funcionamiento fueron desarticuladas, otras entraron en un estado de inercia, dificultado la puesta en práctica de nuevas iniciativas que contribuyan a fortalecer estas propuestas o a incorporar herramientas propias del modelo de la ESS. Ello se sumó a las deudas acumuladas en términos de políticas para el sector, vinculadas en especial con el desarrollo de propuestas de financiación propias para este tipo de emprendimientos.

En períodos de crisis como el que actualmente atraviesa la región, la amalgama entre lo económico y lo social que proponen las iniciativas de la ESS reaparecen como estrategias positivas y virtuosas. El desafío continúa siendo como profundizar este modelo teórico-político más allá de las coyunturas complejas. Para ello, resulta central retomar las propuestas elaboradas desde los espacios técnicos, pero también desde los políticos, que marcan el camino que deberían transitar las políticas públicas para que los emprendimientos de la ESS rompan con los límites estructurales actuales y puedan instalarse como un modelo de producción alternativo.

AUTORES: Leticia Gonzalez, Licenciada en Ciencia Política (UBA), Docente e Investigadora de la Facultad de Ciencias Sociales (UBA) y Diego Luis Dubitzky, Licenciado en Relaciones del Trabajo (UBA) y Integrante del Departamento de Fortalecimiento Institucional del Banco Creedicoop C.L.  

Referencias

Alianza cooperativa Internacional – Sitio web https://www.ica.coop/es. Consultado Julio 2022

Gonzalez, L (2020) Del predio a la región: la participación de las organizaciones de la agricultura familiar en la REAF. Revista Brasileira de planejamiento e desenvolvimento. v9, n5.

Gorini, F. (2002) Discurso en ocasión de la inauguración del Centro Cultural de la Cooperación. Disponible en: https://www.youtube.com/watch?v=nQyfJ8nVjwI

Mutuberria, V. (2008) “El debate en torno de la economía social. Discusiones fundamentales desde la perspectiva de los países centrales y la perspectiva de los países de la periferia”. En Revista Idelcoop. Año 2008, Vol. 35, N° 183.

Montes, V.L. y Ressel, A.B. (2003) “Presencia del cooperativismo en Argentina”. En uniRcoop, Vol 1, n.2.

Petriella, Angel (2011) Discurso en ocasión del día internacional de las cooperativas, Buenos Aires, 2011.

Pochmann, M (2014) Posibilidades y límites de la economía solidaria latinoamericana. En Corragio, J.L. (org) La Economía Social desde la periferia. Contribuciones Latinoamericanas. General Sarmiento: Universidad Nacional de General Sarmiento.

Singer, P. (2014) Economia solidaria. Un modo de producción y distribución. En Corragio, J.L. (org) La Economía Social desde la periferia. Contribuciones Latinoamericanas. General Sarmiento: Universidad Nacional de General Sarmiento.

Schujman, L. (1984) “El cooperativismo en la Argentina”. En Revista Estudios cooperativos. N°2

Trujillo, J.C. y Grijalva, A. (2010) “El fundamento constitucional de la nueva economía”. En La tendencia. Revista de Análisis Político. N°10, feb/mar 2010.

Vilas, C. M. (2011). Después del neoliberalismo: Estado y procesos políticos en América Latina. Remedios de Escalada: Universidad Nacional de Lanús.

Documentos consultados

Actas y documentos MERCOSUR. Consultados en www.mercosur.int

Boletín Oficial de la República Argentina. Consultado en https://www.boletinoficial.gob.ar/

Constitución política del Estado Plurinacional de Bolivia y leyes nacionales. Consultadas en https://web.senado.gob.bo/

Constitución de la República del Ecuador y leyes nacionales. Consultadas en https://www.asambleanacional.gob.ec/es

Ley de Educación Nacional Argentina N°26.206. Consultada en http://servicios.infoleg.gob.ar/

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