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11 de julio de 2023
*ESS: Economía Social y Solidaria
Introducción
El presente artículo propone poner en palabras el proceso dialéctico entre la teoría y la práctica bajo el paraguas de la Economía Social y Solidaria.
Además, persigue el objetivo de clarificar de qué hablamos cuando hablamos de esta alternativa económica, entendiendo que el saber nos posiciona, desde el punto de vista del Trabajo Social, en una inmejorable plataforma para elaborar alternativas de intervención, junto con los actores territoriales, que promuevan y protejan derechos, y que se apoyen en la potencia, capacidad y centralidad de la organización popular, para alcanzar la transformación social como resultado de la acción.
En las tácticas utilizadas para la reproducción de la vida, la economía pasa a ser clave, pero el concepto de economía es diverso, y puede ser analizado desde diferentes aristas. Esta ponencia propone abordar esas diferentes aristas, reflexionar sobre cómo entran en tensión en el territorio, sus demandas y sus capacidades, y concluir sobre el rol del Estado y de la Universidad en sintonía con las demandas situadas, siempre considerando a la perspectiva de derechos como el norte de nuestras propuestas de intervención.
¿De qué hablamos cuando hablamos de Economía Social y Solidaria?
En este apartado, se recorren algunas dimensiones de la Economía Social y Solidaria (en adelante ESS) que facilitarán su abordaje. Antes que nada, para hablar de ESS debemos definir ciertas cuestiones conceptuales: se entiende por economía al sistema de producción, distribución, comercialización y consumo de bienes y servicios, donde se intercambia la fuerza de trabajo e intelectual por remuneración, la cual es ofertada en el mercado, un espacio real o virtual donde se genera el intercambio de bienes y servicios.
Las relaciones de producción que predominan en el mundo son capitalistas, signadas por la búsqueda de reducción de costos y la maximización de los beneficios.
Sin embargo, existen diferentes formas de comprender y vivenciar este proceso característico del ser humano. En la ESS se promueven vínculos alternativos a los propuestos tradicionalmente por la economía capitalista. La variante social y solidaria de la economía comprende aquellas formas de organización de unidades productivas donde no existe separación entre los propietarios de los medios de producción y los trabajadores. Los actores de la ESS son los que toman las decisiones, generan los excedentes y se apropian del beneficio. En cuanto a su estructura, estos espacios pueden ser unipersonales, familiares, comunitarios, asociativos, por nombrar algunos. Desde lo formal, pueden adoptar diferentes formas jurídicas: cooperativas, mutuales, asociaciones civiles, sociedades de hecho, entre otras. Y en cuanto a los valores que sostienen, estas relaciones de producción se basan en la lógica de la equidad, solidaridad, democracia, reciprocidad e integración social, es decir apuntan a la reproducción del bien común.
En otras palabras, la ESS es más que economía, es una definición política, que persigue el reconocimiento de un sujeto que siempre existió, que es parte de la economía socialmente reconocida como tradicional, pero al que se lo puede caracterizar porque sus derechos son persistentemente conculcados. Los actores de la ESS no son los que dominan el sistema financiero de capitales, muy por el contrario, lo padecen, porque sus lógicas de producción no concuerdan con la visión dominante de la economía.
El carácter que define a esta alternativa es social y solidario porque nadie se salva solo, por lo que una táctica válida para visibilizar y expresar las capacidades y potencias de los pequeños productores familiares, de los recuperadores urbanos, de los cuidadores de adultos mayores, solo por mencionar a algunos de los protagonistas de la ESS, es tener una respuesta organizada, un movimiento que genere escala, que dispute y gane mercados económicos reales, pero que, por sobre todo, sea política, y que promueva la restitución de sus derechos, que han sido sistemáticamente vulnerados.
Además de lo específicamente económico, la ESS trae debates sobre cuestiones de género, ya que el 58% de sus integrantes son mujeres (según el informe 2022 de ReNaTEP1); sobre la educación popular, porque se generan espacios de formación con lógicas emancipadoras; y sobre la ecología, por la fuerte presencia de la agroecología pensada como una integración metabólica entre el ser humano y la naturaleza, retomando a la naturaleza desde un punto de vista socio-ambiental.
La ESS se relaciona con el medio siendo consciente de la huella que imprime su actividad productiva, posicionándose a las antípodas de las estrategias extractivistas de producción capitalista, que ubican a la capacidad de acumulación al tope de sus prioridades, desconociendo el carácter limitado de los recursos naturales, a los que propone exprimirlos y almacenarlos de ser necesario de forma ilimitada, con una marcada impronta individualista, focalizándose consistentemente en la maximización de las ganancias, por sobre las consecuencias en el territorio. Esta despreocupación por el impacto ambiental emerge porque, en ocasiones, no hace falta siquiera poner el énfasis en producir, debido a que, hoy por hoy, el dinero no está únicamente ligado a la producción en el territorio, sino que resulta funcional al engranaje de la especulación financiera, otra clara expresión de la visión de la economía enraizada en el capitalismo tradicional.
La economía tradicional capitalista, subjetivada como dominante, formal y que apuesta como mencionamos al extractivismo, y a influenciar las variables macro, suele ubicar a la ESS en los márgenes, como una reacción emergente de los momentos de crisis, y asociada desde la construcción del sentido común a un impacto sólo circunscripto a un nicho de variables micro, pero desconociendo al menos dos cosas:
● En primer lugar, que los procesos productivos cuidadosos del ambiente no son una novedad. Un ejemplo de estos es que los pueblos originarios practicaban técnicas de producción de alimentos respetando a la naturaleza y sus tiempos desde hace miles de años.
● Por otra parte, los procesos productivos hoy encuadrados en la nueva ESS no son marginales. Para ejemplificar, en la población jóven, la ESS es la alternativa primordial de acceso al trabajo. Según el relevamiento de ReNaTEP ya consignado, los jóvenes de entre 18 y 24 años inscriptos a esta modalidad laboral son 808.547, en contraposición a los 437.231 registrados como asalariados privados.
En el apartado siguiente, llevaremos la reflexión al proceso dialéctico entre la teoría y la práctica acerca de la ESS.
Economía social y solidaria como territorio
En esta sección, vamos a reflejar cómo la teoría ofrece las herramientas y técnicas fundamentales para no ir al campo en el vacío, sin preparación alguna. El territorio es un espacio complejo, donde las cosas pasan, donde lo real y concreto, puede ser captado de manera directa, en contraposición a modelos abstractos que simulan la realidad.
Sin embargo, los modelos teóricos sobre la economía facilitan un mejor entendimiento de las características que distinguen a unas vertientes sobre otras, y que separan de forma indeleble los tipos ideales de economía. En la presente ponencia nos vamos a centrar en dos modelos diferentes:
● En primer lugar, la economía capitalista, que persigue el lucro como su mayor objetivo, siguiendo reglas del mercado que priorizan tanto la producción como la especulación financiera, además de la acumulación del capital.
● Por otro lado, la ESS sostiene, como vimos en el apartado anterior, un horizonte de reproducción de la vida, al que prioriza por sobre la producción, persiguiendo como objetivo el bien común, sostenido por los valores de reciprocidad y solidaridad como antítesis del mercantilismo.
Cabe aclarar que la realidad situada es diferente. En la lógica de funcionamiento del territorio no es posible separar de forma indeleble y tan tajante una economía de la de otra, por lo que emerge una convivencia que, a la postre, promueve una multidimensionalidad de los modos de intercambio.
A modo de ejemplo, podemos recuperar el trayecto que recorre un productor familiar de pollos para resolver sus necesidades básicas, articulando diferentes estrategias para promover la reproducción de la vida. Su proceso productivo se centra en la cría de los pollitos que compra en el mercado formal, a los que alimenta siendo cuidadoso con las buenas prácticas de utilización de los recursos naturales, pero a los que protege del frío con la luz suministrada por la empresa de servicios eléctricos, que juega en la liga de la economía tradicional. Una vez que los pollos alcanzan el tamaño socialmente aceptado para ser comprados, se comercializan a través de canales tales como las ferias o los nodos de distribución de proximidad, a cambio de billetes que serán utilizados para cubrir los diversos costos de producción, entre los que se cuenta la recompra de nuevos pollitos al proveedor original, y que pondrán el proceso productivo nuevamente en funcionamiento.
Un detalle importante, y sobre el que los invitamos a reflexionar, es que cuando el productor analiza los costos a partir de los cuales fija el precio, no incluye su esfuerzo, como parte de la ecuación. En su matriz de significaciones, las horas de mano de obra que invierte en el proceso, y que incluyen, entre otras múltiples actividades laborales, el estar atento a las dos de la madrugada para asegurarse que la luz sigue prendida, y que sus pollitos estén seguros, no están contempladas2. ¿Es posible identificar aquí vectores de precarización y vulnerabilidad?
Esta idea de circularidad del proceso productivo, requiere un abordaje también circular, que permite sincronizar el avance del mundo con los diferentes momentos de construcción de conocimiento, una triada que nace de:
1) un primer momento de observación de lo concreto en el territorio, y que habilita…
2) un segundo momento de modelización de la realidad a partir de una abstracción que
promueve la construcción de una teoría académica, y que vuelve al territorio en…
3) un tercer momento, donde se pone a dialogar lo concreto del territorio con lo
abstracto de la teoría. Este tercer momento constituye además el primer paso para el comienzo de una nueva dialéctica teoría-práctica.
Es posible aportar claridad a este proceso utilizando una analogía con la vida misma.
En nuestros primeros momentos en el mundo, somos bebés, lloramos gran parte del día, y la intervención territorial está mediada por nuestros padres, que comienzan a observar nuestras reacciones a los estímulos, y consiguen implementar una serie de satisfactores que van, a medida que transitamos la niñez, forjando nuestra personalidad y esquema de valores donde desarrollarnos socialmente.
Sin embargo, en el segundo momento, somos adolescentes, y pretendemos dar una señal de rebeldía al mandato previamente impuesto. Esta postura crítica, y antagónica hacia los padres conlleva a la elaboración de nuevas teorías sobre cómo vivir la vida de una forma más independiente.
Entonces, llegamos a un momento de madurez, donde ya no descartamos por completo el primer momento, reivindicamos ciertas prácticas de nuestros progenitores y las combinamos con nuestra propia experiencia adolescente. Este acto de reencuentro con los padres, donde empezamos a poner en valor las enseñanzas de cada etapa, serán la triada que configura el comienzo de una nueva dialéctica, el momento uno de nuestra propia experiencia como padres.
En otras palabras, vamos reformulando las prácticas con el soporte de las teorías. Las nuevas prácticas permiten generar insumos que se escriben más adelante como nuevas teorías, de las que se elaborarán las próximas alternativas de intervención social, haciendo de este ejercicio dialéctico un círculo virtuoso. La Universidad, de cara a la comunidad, se posiciona aquí como uno de los agentes de cambio fundamentales, jugando el rol de facilitador de los espacios de construcción colectiva de conocimiento, que sean particularmente sensibles a la realidad situada del territorio.
Es por esto que hay que estar atento a las características dinámicas del entorno.
Vamos a suponer que en un primer momento observamos a este niño de nuestra ejemplificación jugar en su barrio. Vive en Boedo, y encuentra muy divertido combinar un auto de plástico, masilla y una cucharita para producir un bólido capaz de resolver la intrincada geografía que le propone el cordón de la vereda por un lado, y la rivalidad con los corredores vecinos por el otro.
Este niño creció, y la vida lo llevó a Florencio Varela, donde años más tarde nació su primogénito. Es momento entonces de resetear el círculo y comenzar una nueva dialéctica.
Es hora de la diversión callejera, pero ya no hay Boedo, ya no hay cordón de la vereda, ya no hay cochecitos vecinos, la geografía barrial ahora está dominada por calles de tierra rodeadas por zanjas.
En este nuevo contexto, resulta vital reformular las estrategias de intervención a la singularidad del ecosistema que nos presenta cada territorio, y adaptar la carrera de “cucharautos” en, posiblemente, una regata de barcos de papel. Expresado de otra forma, las recetas del pasado, como en este caso, pueden no funcionar.
Desarrollaremos algo más sobre el concepto de intervención situada en el próximo apartado.
La importancia de la intervención situada
El sur del área metropolitana de Buenos Aires tiene características territoriales que la distinguen, por ejemplo, del oeste o el norte de la provincia, ya sea por cómo el entramado histórico fue propiciando su ocupación a lo largo de los años, o por su dinámica económica, atravesada por replanteos que no experimentaron las regiones vecinas, y que redundan en una mayor proporción de tramas verdes y ruralidad productiva, a la que podemos referir con características periurbanas.
Esta periurbanidad es en el sur más alta que la del oeste o el norte, y menos sujetas a la acción tecno-extractivista del hombre, que ha hecho de estos dos parajes, espacios mucho más contaminados que los que podemos encontrar en nuestras intervenciones locales. Esta diferenciación resulta interesante, porque hay un factor económico que puede disputarle a otros factores económicos un uso del territorio más racional, que habilite una mejor planificación urbana desde el cruce entre las dimensiones ambientales, territoriales y sociales, es decir, que redunde en mejor calidad de vida, donde los recursos naturales articulan y dinamizan el orden de la economía, y no a la inversa.
En cuanto al vector demográfico, y bajo la influencia de los momentos donde la Argentina pudo salir de las crisis e impulsar un desarrollo productivo, los territorios de la zona metropolitana sur de Buenos Aires fueron propicios para el establecimiento de poblaciones migrantes de países limítrofes, tales como Perú y Uruguay, pero por sobre todo Paraguay y Bolivia, donde su clase migrante conserva aún una impronta rural profunda, pero ahora establecida al borde de las ciudades.
Los territorios donde la actual corriente migratoria se afinca no son de su propiedad, son mayoritariamente propiedad de oleadas migratorias previas, como la italiana, la portuguesa o la japonesa, que tenían una matriz de desarrollo frutihortícola muy significativa, a la que se suma la actividad ganadera y la floricultura, pero que luego del paso de las diferentes generaciones, prefirieron rentar las áreas productivas periurbanas para su uso a sus ocupantes actuales, con los que tenemos la oportunidad de conversar al salir hoy al territorio, para hacer una aproximación de la realidad, dejando de especular con meras entelequias sin sentido.
Al transitar el territorio, al poner los pies en el barro, se puede observar que los productores encuadrados en la ESS enfrentan hoy múltiples vectores de vulneración, entre los que se destaca la falta de acceso no solo a la tierra, antes mencionada, sino también a nodos que le permitan la comercialización y distribución de su producción. Es por eso que se hace indispensable encuadrar el conflicto en un proyecto, que pueda recuperar las voces de los propios productores, diagnosticar sus capacidades y sus potencias, y elaborar propuestas de intervención que los ubiquen en una situación superadora en comparación a la que estaban antes de iniciar el proyecto de investigación, de transferencia tecnológica, y/o de vinculación territorial.
En el próximo apartado vamos a revisar cómo el Estado a través de sus políticas públicas, y la Universidad como constructora de conocimiento pueden jugar un rol fundamental en la elaboración y ejecución de estos proyectos de vinculación territorial.
Intervención para la transformación (construcción de nuevas teorías)
A modo de cierre, nos gustaría reflexionar sobre cuán importante es que la Universidad estreche sus brazos de manera amorosa con la comunidad.
Hasta ahora, se hizo referencia a la ESS como un proceso productivo, y como un conjunto de valores. Esto quiere decir, que se encuentra llena de significados que atraviesan lo cotidiano, y que fueron construidos a lo largo del tiempo en el territorio. Como mencionamos a lo largo de la ponencia, el territorio es ese espacio complejo donde pasan las cosas, donde lo real y concreto, puede ser captado de manera directa. La vida social está organizada por símbolos que son influenciados desde lo macro social, constructores de narrativas y de subjetividades, que pueden traducirse en demandas y en redefiniciones de los problemas sociales.
Así como en la unidad de la sociedad, en el nivel del espacio comunitario se retoma el protagonismo con un lenguaje orientado a la acción. ¿Cuáles son las narrativas en torno a la producción-distribución, trabajo y consumo? En las organizaciones de la ESS podemos hallar una gran diversidad de miradas con respecto a cómo se construye este proceso discursivo. Influyen factores comunitarios, internos, políticos, estatales, e históricos, sólo por mencionar algunos.
En la reciente experiencia de relevamientos de organizaciones pertenecientes a la ESS, se pudo observar que aquellas con estructuras grandes, con historia, y con organización, poseen dispositivos que intentan articular lo subjetivo, lo imaginario y lo simbólico, con la acción. Por lo tanto, en estos espacios, emerge en el terreno de lo posible la chance de intervenir en campo sobre la problemática de la integración social a través de la educación popular, siempre desde un ejercicio con enfoque de derechos.
Recuperemos el ejemplo de la granja de pollos agroecológicos mencionada anteriormente, donde un detalle importante nos llamó a la reflexión: cuando el productor analiza los costos, no incluye su esfuerzo como parte de la ecuación. En su matriz de significaciones, las horas de mano de obra que invierte en el proceso, no están consideradas. Articular con las subjetividades del discurso previo sobre el valor de la fuerza de trabajo de los actores, se traduce en formas más igualitarias y emancipadoras de acción.
Por otra parte, en la construcción de las subjetividades también debatimos sobre la influencia de lo macro. Es aquí donde adquieren un rol muy importante el Estado, y otros factores de influencia, como los sindicatos, y las organizaciones internacionales, solo por enumerar a algunos de los jugadores que participan en la arena de la ESS.
De la lógica de un Estado como garante de derechos a través de sus políticas públicas, y una Universidad como espacio de construcción colectiva de conocimientos que sirvan de insumos para la elaboración de aquellas políticas públicas, es que se habilita la edificación colectiva y multidisciplinar de dispositivos y agencias estatales que funcionen para la ESS, siempre considerando la relevancia que ésta tiene dentro de la economía capitalista, ya que se encuentra inserta en este sistema, solo que posee otras valoraciones y significaciones sobre el trabajo en un proceso de identidad y no enajenación.
Algunas de las políticas públicas que están vinculadas con la ESS son: programas sociales tales el Potenciar Trabajo, o el acceso a programas de trabajo, seguridad social y capacitación; además de participar de redes de comercialización y la posibilidad de tener acceso a herramientas crediticias y de inclusión financiera, todos dispositivos pensados específicamente para el sector, y que promueven el desarrollo pensado de forma integral, incluso más allá del desarrollo humano.
Encuadrados como Trabajadores Sociales, tenemos que ser capaces de mapear todas estas alternativas, e influenciar en la generación de nuevas, para poder producir diagnósticos que problematicen las demandas territoriales, y sistematizarlas para poder vincularlas con las políticas públicas más apropiadas a través de la intervención social.
Sin embargo, existe un obstáculo adicional, las políticas públicas son heterogéneas, complejas y llenas de barreras que dificultan el acceso, incluso más altas que las que impone la propia naturaleza, por lo que el objetivo del desarrollo integral todavía sigue siendo un objetivo fallido.
La Universidad emerge entonces como el espacio donde, desde el carácter multidisciplinar, las lógicas de la economía pueden ser pensadas y articuladas con las actividades territoriales para aportar conocimiento en la mejora de los procesos productivos, elaborando proyectos a partir de los cuales se puedan impulsar buenas prácticas que racionalicen la producción, y para seguir generando nuevos interrogantes, que motoricen proyectos futuros:
¿Qué oportunidades pueden surgir para solidificar la participación de la ESS, pero atravesada desde la perspectiva de derechos?¿Qué rol puede jugar el consumidor como actor de este proceso?¿Y los movimientos sociales?¿Es posible abrir una estrategia de intervención que se sostenga democráticamente en las voces de todos los protagonistas?¿Es viable pensar en alternativas de empleo de calidad, bajo el paradigma de la ESS, y que le de abrigo a las mayorías que hoy por hoy son excluidas de los sistemas formales de empleo?¿Y qué pasaría si cambiamos el orden de las cosas y la búsqueda social y solidaria de la reproducción de la vida fuera el plan A, en lugar del plan B?¿Tendría un sentido humano la búsqueda de ese cambio?¿Sería utópico pensar en la ESS como la que pueda perdurar a largo plazo como la primordial?¿Son las redes sociales virtuales una ventaja, o un erosionador de los lazos sociales tradicionales?
Dejamos planteados estos interrogantes para ayudarnos a pensar de forma colectiva.
1 El ReNaTEP refiere al Registro Nacional de Trabajadores y Trabajadoras de la Economía Popular, una herramienta del Ministerio de Desarrollo Social de la Nación que busca reconocer y formalizar a los trabajadores y trabajadoras de la economía popular de todo el país. Su informe 2022 puede ser descargado desde aquí: https://www.argentina.gob.ar/sites/default/files/informe_renatep_noviembre_2022_v3.pdf
2 Fuente: relevamiento territorial de desarrollo humano e impacto ambiental realizado en CEDEPO ubicado en la región rural del Barrio La Carolina de Florencio Varela (2022)
AUTORES: Los autores son estudiantes de la Licenciatura en Trabajo Social de la Universidad Nacional Arturo Jauretche, y participan desde el año 2022 en el Voluntariado en Economía Social: “Construyendo Solidaridad para el Bienestar de Nuestro Pueblo”, coordinado por Sofía Mackay y Sebastián Abregú.
● Camila Volosín / volosincamila@gmail.com / +54 9 2216 73-1350
● Alejandro Salgado / alejandro.salgado@outlook.com / +54 9 11 6516-6944
Bibliografía
Coraggio, José L., “Economía social y economía popular: conceptos básicos”, Contribuciones de Consejeres, Serie de documentos, Número 1, INAES: Instituto Nacional de Asociativismo y Economía Social, agosto de 2020, pp. 1-16.
Pastore, Rodolfo E., “Un panorama del resurgimiento de la economía social y solidaria en la Argentina”, Revista de Ciencias Sociales, segunda época, año 2, No 18, Bernal, Universidad Nacional de Quilmes, primavera de 2010, pp. 47-74.