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Universidad Nacional Arturo Jauretche | Instituto de Ciencias Sociales y Administración | Licenciatura en Trabajo Social

Si sufrís violencia de género llamá al 144.

11 de julio de 2023

Los caminos de quienes escribimos esto se cruzaron hace 10 años, en el territorio, trabajando, militando, poniendo el cuerpo.

En estos 10 años de transitar las cuestiones relacionadas al hábitat nos dimos cuenta que una de las primeras cosas que teníamos que abordar era la cuestión del nombre. Empezar a hablar de hábitat a secas. Porque no hay, no debe haber un hábitat para sectores populares y otro para sectores medios, medios altos y altos. Los distintos sectores sociales compartimos el mismo territorio, construimos y constituimos el mismo espacio urbano, por lo que no debe haber diferencias.

Hablar de hábitat a secas implica pensar que si este mejora y también mejora el acceso a la tierra y a la vivienda de los sectores populares inevitablemente también el de los sectores más favorecidos, y esta verdad de Perogrullo hay que escribirla y explicitarla porque de tan evidente muchas veces se la oculta en favor de intereses ligados al sector de los llamados “desarrolladores inmobiliarios”.

En el mismo sentido se opera cuando se habla del territorio. Para nosotros el territorio es mucho más que el espacio geográfico que se habita o en el que se desarrolla la vida de una comunidad determinada. El territorio es un espacio multidimensional, en el que conviven relaciones de propiedad, políticas estatales, organizaciones comunitarias, políticas y sociales, relaciones de dominación y también, de resistencia. Pero también acordamos que, en principio, la problemática del hábitat comienza a tener mejores perspectivas de análisis y de solución cuando tomamos como punto de partida para pensarla la cuestión del acceso a la tierra por parte de los distintos sectores sociales. Por eso decimos en el título que el problema del hábitat es el problema de la tierra.

Es decir que, en el marco de la desigualdad estructural de nuestra sociedad, el acceso a la tierra también se da de modo desigual. A las familias trabajadoras se les hace casi imposible acceder a un lote para edificar su casa a través del mercado inmobiliario, ni que hablar si tratan de acceder a un crédito y ahora, también se les dificulta cada vez más la posibilidad de acceder a un alquiler. Se hace imprescindible entonces la intervención del Estado para mejorar la situación de estas familias trabajadoras que no pueden acceder al mercado formal de tierras.

Llegados a este punto vamos a presentar, en la voz de sus protagonistas, dos experiencias grupales distintas, en las que el Estado tuvo papeles distintos, y en los que además estuvo presente la UNAJ a través de dos experiencias de vinculación distintas.

En ellas vamos a prestar especial atención a las vincularidades que se ponen en juego en el intento de resolver el problema del hábitat y de la tierra.

En ese sentido, debemos tener en cuenta que la legislación vigente, en particular la ley provincial 14. 449 de acceso justo al hábitat y la nacional 27.453 Régimen de regularización dominial para la integración socio urbana, nacieron de un proceso instituyente protagonizado por los sectores que lucharon por el acceso al hábitat mucho antes de que nosotres nos sumemos, y es por eso que nos interesa poner de manifiesto algo de lo vincular que se juega e estos procesos.

Hemos recorrido estos años, buscando siempre conexiones entre diversas disciplinas que nos permitan abordar la “multidimensionalidad” que se expresa en el problema del hábitat y de la tierra. Para ello fue necesario aproximarnos a las diferentes maneras de conocimiento e interacción con la realidad, que no necesariamente han sido “ungidas” por el conocimiento “académico científico”, que en general circula de una manera particular y que todavía es reservado a una minoría.

  Podemos identificar que, en distintos momentos históricos, se reitera un modo vincular, que refuerza la desigualdad en el acceso a la tierra y que sigue siendo patrimonio o “propiedad” de clases sociales privilegiadas.

 El loteo social de Villa Brown es una iniciativa impulsada por el Consejo Comunitario de Tierra y Vivienda (CCTV) de Florencio Varela y como tal, una política impulsada por el estado municipal a través de la ley 14.449 y el programa de lotes con servicios que propone. Esta política se dio junto a organizaciones sociales como la CTA, la UNAJ y la Pastoral Social del Obispado de Quilmes, Berazategui y Florencio Varela y Gabriela Carlino es una de las primeras habitantes. Dirigente del MTL los Pioneros perteneciente a la CTA, actualmente es la titular de la Asociación vecinal Arturo Jauretche del barrio y nos cuenta que está en el loteo desde el comienzo, en el año 2014.

El barrio 15 de diciembre de Quilmes se constituyó como asentamiento a fines del año 2015 en terrenos inundables próximos a un frigorífico que vertía sus desechos en las cercanías. Miguel Dávalos Vera es uno de los habitantes originales del barrio y es uno de los que lideraron la presentación de hábeas corpus colectivo contemplada en la Constitución y respaldada por la ley 27.453 que garantiza los servicios (agua, luz, cloacas) para los barrios relevados en el Registro Nacional de Barrios y Asentamientos Precarios (RENABAP).

En el primer caso, en la experiencia de lotes con servicios de Villa Brown vemos una intervención estatal virtuosa, que contempla la participación y la integra a la acción del Estado, con resultados que permanecen en el tiempo, en los que la organización del barrio tuvo (y sigue teniendo) una importancia central. Los mecanismos de participación también están dados por la ley 14.449, y son fundamentalmente el CCTV y las mesas de gestión barriales.

En cambio, en el caso del barrio 15 de diciembre eso no fue así, entre otras cosas porque en diciembre de 2015 hubo un cambio de signo político en el gobierno nacional, provincial y municipal. Pero la falta de políticas estatales fue suplida por organización de los habitantes del barrio para reclamar por mejoras y sobre todo por los servicios garantizados por ley.

Estas dos experiencias, disimiles en su origen tienen una cosa en común: la participación de la comunidad barrial, por supuesto que no exenta de inconvenientes, pero que se revela fundamental para afrontar la resolución de los problemas del barrio,

Es por este motivo que desde el espacio que trabaja la problemática del hábitat en la Universidad abonamos espacios de participación plurales, en los cuales converjan la academia, los técnicos que aporta el estado (municipal, provincial y nacional) pero principalmente la voz de los/as que en primera persona encabezan la lucha por la construcción de su propio barrio. 

Podemos decir que los espacios de construcción antes mencionados, incluyen o abren la puerta a criterios, valores y modos de producción que deben ser tenidos en cuenta en la construcción de un hábitat justo. Los actores y actrices de estos espacios plurales, van recorriendo caminos de interacción que configuran una comprensión del espacio común y que más tarde van a configurar esquemas de relación con el mundo.

De esta manera, los intercambios y acciones que se lleven adelante en esos espacios se irán inscribiendo en la singularidad de los sujetos y materializando en la construcción concreta de los barrios, enmarcada en la legislación vigente, pero teniendo en cuenta la particularidad de cada comunidad.

En este recorrido de construcción del hábitat al que nos sumamos, tratamos siempre de transitar los modos existentes confrontándolos con lo inédito, tratando de transformar lo instituido con la fuerza y la potencia de lo instituyente que surge de la comunidad.

Sin dudas esto constituye un gran aprendizaje que se sigue desarrollando, en el que aparecen todo el tiempo nuevas maneras, nuevas formas de organización que desde lo vincular ponen en tensión, y en buena hora, lo que se nos presenta como dado e indiscutible.

Este es, creemos, un gran aporte desde las experiencias concretas para pensar soluciones integrales al problema de la tierra, que no es otro que es el del hábitat, el del derecho a la ciudad para todos y todas.

Autores:  Natalia Bettoni y Juan Pastor González

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