Si sufrís violencia de género llamá al 144.
“Se acercó para saber cómo estaba y el joven le respondió que se encontraba bien pero que estaba preocupado porque se le había enganchado la mochila, se le había roto y lo iban a retar. N. le responde -¿Sabes coser? Ambos van en busca de hilo y aguja disponiéndose a coserla. En esa complicidad para evitar el reto, D. le cuenta que su mamá tiene diagnosticada fiebre reumática por lo cual no tiene movilidad para salir de la casa y, como consecuencia, no es constante con el tratamiento. Comenta que es él mismo quien se ocupa de los cuidados que su madre requiere y que muchas veces no puede asistir al CePLA a causa de ello.” (Registro de campo – Mayo 2018)
“¿Cuándo venís?, me dice. -Así sigo haciendo la tarea acá que es más tranquilo, en mi casa me molestan todos. ¿Te molestan? ¿Quién?, le pregunto. – Mi mamá, mi abuela, mis hermanos… la casa es de mi abuela y me dice que me vaya. Tengo que estar encerrada, le molesta que haga la tarea en el comedor y además todos me dicen para qué hago la tarea si igual no voy a terminar la escuela. Me quiero ir de ahí ¿Cómo puedo hacer?” (Fragmento de entrevista a C., equipo operativo- Noviembre 2019)
“Todo es una demanda pero a mí me satisface y trato de dar lo mejor. Y en ese vínculo, de hacer una trenza o de preparar un té porque les duele la panza o porque alguno se rayó y le puse la curita; en ese ratito uno descubre tantas cosas de los chicos. Tanta carencia, tantas necesidades y también descubrimos lo que nos apasiona, o sea que eso es fantástico para mí” (Fragmento de entrevista a A., equipo operativo- Noviembre 2017)
El mate, una trenza, la tarea, una mochila rota resultan oportunidades para crear el vínculo a través del cual es posible el abordaje desde la integralidad. Cada una de las situaciones que las juventudes nos presentan son un signo del momento que los atraviesa, de lo que quieren comunicarnos, de la demanda hacia sus pares, hacia los adultos y hacia el equipo. Reflejan un problema pero también una oportunidad de aprender, de construir, de conectarnos con nuestro deseo y de seguir construyendo comunidad.
“Cuando empezamos… estábamos igual que el edificio (risas)… hacíamos lo mejor que podíamos, pero estábamos aprendiendo todos, los chicos, nosotros, todos. Era difícil, se juntaban todos en la merienda, queríamos que se lavaran las manos, gritaban, se hacían chistes y se terminaban enojando. Ahora es un lujo. Se siguen haciendo chistes y se enojan, pero ya no es lo que era antes. Se tratan de otra manera.” (Fragmento de entrevista a O., equipo operativo- Noviembre 2019)
“… ya se habían apropiado del espacio, lo cuidaban. Siempre cuento esto: habían venido a un encuentro de Hockey chicos de un club de Berazategui y apareció en la puerta del baño algo escrito ¡No sabes el quilombo que se armó! Claro, yo me puse a pensar en el sentido de pertenencia. Vas a las escuelas y está todo escrito y acá nunca pasó eso. Después de bardear a los pibes y hablar con el profesor, cuando ya había pasado todo se juntaron a escribir un reglamento.” (Fragmento de entrevista a N., equipo técnico- Noviembre 2019)
“… sin pensar demasiado, sin querer, él descubrió que le gustaba la cocina. Y así se va dando todo. Por ejemplo, esto que tienen ellos con la cuestión de género “No, yo no lavo los platos”. Terminan barriendo, lavando los platos, cocinando. Sirve para deconstruir, lo hacen naturalmente porque acá todos lo hacen. No es que ellos nada más y los otros no lavan los platos, es como toda colaboración con los demás.” (Fragmento de entrevista a O., equipo operativo Noviembre 2019)
El acompañamiento desde lo cotidiano es un eje enriquecedor, en tanto permite conocer desde lo informal a las juventudes y a su vez construir respuestas a los emergentes. Este es el punto de partida de quienes integramos el equipo del CePLA Carlos Mugica.
El CePLA (Centro Preventivo Local de Adicciones) nace en un contexto en el que desde la Política Pública se da una ruptura en materia de abordaje del consumo problemático. Estos comienzan a ser considerados como parte del área de la salud mental en el marco de un nuevo paradigma, que permite pasar de un modelo centrado en la individualidad y la exclusión a otro basado en la integración, dejando de lado el enfoque en la enfermedad y la peligrosidad para abrir paso a otro que se orienta hacia el concepto de sujeto de derecho, de integración social y fundado en el resguardo o restitución de derechos. En materia de protección, nos referimos a la Ley Nº 26.061/2005 de Protección Integral de los Derechos de las Niñas, Niños y Adolescentes y en materia de abordaje, aludimos a la Ley N° 26.657/2010 de Salud Mental y a Ley N° 26.934/2014. Esta última, efectiviza la creación del Plan Integral para el Abordaje de los Consumos Problemáticos que señala la prevención desde un abordaje intersectorial mediante la actuación directa del Estado, reconociendo que quienes transitan este tipo de problemática son sujetos de derecho y como tales se debe garantizar su acceso a un acompañamiento específico, respetando la autonomía individual, la singularidad, observando los derechos humanos fundamentales y los principios y garantías constitucionales evitando la estigmatización. De acuerdo a estos lineamientos la, en ese entonces, Secretaría de Programación para la Prevención de la Drogadicción y la Lucha contra el Narcotráfico de la Presidencia de la Nación aprobó el Programa Recuperar Inclusión a fin de generar mecanismos y dispositivos para mitigar el consumo en contextos de alta vulnerabilidad.
En ese marco, se crea el CePLA Carlos Mugica en Florencio Varela, que a lo largo de su historia y de acuerdo a las particularidades de los diferentes contextos fue transformando su denominación desde lo formal pero, en la práctica cotidiana, continúa siendo nombrado por toda la comunidad con la nominación que le dio origen, a la vez que también persiste su función preventiva original. Estaban pensados 150 CePLAs en todo el país destinados para jóvenes de entre 12 y 24 años. Todos con el mismo edificio, el mismo equipamiento pero en cogestión con organizaciones con anclaje territorial, que en nuestro caso fue la Fundación Padre Miguel. El edificio contaba con mobiliario y materiales para el desarrollo de talleres y prácticas educativas, deportivas y culturales que se fueron moldeando a partir del recurso humano con el que se contaba en cada momento. Diferentes talleres, articulaciones con una u otra institución, apertura de lunes a sábado o de lunes a viernes, de 14 a 22 o de 8 a 20 hs., profesores de diferentes áreas para el apoyo escolar, fueron cambiando. Sin embargo lo que se sostiene es la forma de habitar el dispositivo, la forma en que se construyen los vínculos y los espacios de uso espontáneo más allá del encuadre de los talleres.
Hoy el contexto ha cambiado, nos encontramos en un momento en el que la decisión política no acompaña el conocimiento científico y la experiencia territorial. El trabajo con los sectores populares se encuentra cuestionado, desaparece la noción de prevención, se proponen otros significados para los conceptos de jóvenes, de sujetos y de derechos. Si bien el panorama no es alentador, resulta necesario reconocer que contamos con herramientas de luchas ganadas con anterioridad que, a pesar de sus falencias, sus despropósitos en la puesta en marcha, nos respaldan en nuestras intervenciones y son necesarias defender. Estamos hablando de la legislación previamente mencionada, e instituciones que, como el CePLA, apuestan a seguir trabajando en este área problemática en la que se entrecruzan la temática de las juventudes y de la salud mental sabiendo que en momentos de menor incertidumbre, de mayor presencia del estado, se construyeron los tejidos que hoy son apoyos para enfrentarnos a la situación actual.
Es en este sentido y con 10 años de recorrido institucional, con un equipo sostenido en el tiempo, con poca alternancia de sus miembros, es que afirmamos que la clave se encuentra en la construcción de comunidad. De una comunidad con lazos fortalecidos y comprendiendo a sus miembros como sujetos de derecho, como sujetos de deseo y como sujetos políticos, autónomos, activos en todo cambio dentro de los espacios en que se desarrollan. Es decir, como protagonistas con potencialidades transformadoras. Tejiendo por un lado, desde la integración y lo colectivo, es decir desde una perspectiva desinstitucionalizadora, de valoración de lo que cada uno trae y, por otra parte, tejiendo desde lo que sí hay, de la potencia, sin pararse en los no tengo, no puedo, no merezco. Esta es una de las principales intervenciones que se llevan a cabo, ampliar el ámbito de lo posible, plantear la grupalidad como herramienta para la construcción de posibles, de un proyecto de vida, de autonomía, de desbloquear las imposibilidades que ofrece la sociedad para los y las jóvenes. Y las que ofrece para las jóvenes que, además, son mujeres. Y las que ofrece para jóvenes que no solo son mujeres sino que también “son de Florencio Varela” y ni que hablar para quienes además de ser jóvenes, mujeres y de Florencio Varela transitan alguna discapacidad o problemática de salud mental. Teniendo en cuenta todas estas intersecciones, parados desde la perspectiva del modelo de salud social, desmanicomializadora, desde la pedagogía de la presencia es que se piensan las intervenciones en el dispositivo. A partir de una concepción integral del sujeto y desde la prevención inespecífica se contemplan los aspectos emocionales, intelectuales, corporales y vinculares de los y las jóvenes y las problemáticas que los atraviesan. Las acciones generales no están necesariamente relacionadas directamente con el consumo problemático de sustancias, sino que se centran en actividades que actúan sobre los posibles causantes, fomentando por ejemplo la ocupación del tiempo libre, los estilos de vida saludables, las actividades deportivas, culturales, artísticas, que favorezcan el desarrollo de la autonomía personal y la toma de decisiones responsables, el fomento de la participación comunitaria, la construcción de un proyecto personal articulado en lo grupal y social. Por otra parte, también es necesaria la presencia, acompañar desde el encuentro y la contención promoviendo la posibilidad de proyectar, soñar y construir un proyecto de vida saludable junto a otros desarrollando estrategias y acciones planificadas, creativas, constructoras de conciencia. En este sentido, la tarea preventiva se basa en construir vías para el desarrollo de capacidades, el fortalecimiento de la autoestima, la asunción de responsabilidades, y la re-significación de la propia historia, como procesos que fortalecen la confianza en uno mismo. Apelar a las trayectorias de vida puede resultar un insumo fértil para la intervención profesional con el horizonte puesto en prevenir, anticipar y afianzar procesos singulares inscriptos en tramas sociales. De este modo, entre los elementos que se juegan a la hora de pensar la intervención, está la decisión del propio sujeto. El CePLA es un espacio que habilita la circulación de la palabra, la creación de vínculos de confianza con el fin de fomentar la expresión de modos de sentir, pensar y actuar. Busca promover la comunicación entre quienes lo habitamos, un compartir de experiencias y conocimientos dentro de una relación de intercambio, cooperación y reciprocidad.
Tal como se ve en las vivencias que se presentaron al iniciar el texto, vínculos de confianza, trayectorias de vida, interdisciplina y articulaciones aparecen como conceptos fuertes en las intervenciones. Para ello la grupalidad adquiere un rol de suma importancia, apunta a poder establecer relaciones entre los distintos actores y articular redes dentro y fuera de cada comunidad en pos de generar cambios significativos. Esta experiencia de trabajo, de cuidado de un proyecto que consideramos valioso, nos ha permitido construir un espacio amigable, seguro y que sigue creciendo, en tanto que es el motor que impulsó otras experiencias comunitarias, no solo para las juventudes sino también para quienes integramos el equipo de trabajo. Hubo situaciones difíciles que muchas veces nos hicieron poner en duda la apuesta personal por el proyecto pero que en ningún momento alcanzaron a desmotivarnos sino que invitaron a repensar el recorrido y evaluar que son muchos los logros que evidencian que el cumplimiento del objetivo es posible y que estamos eligiendo un camino que da frutos. Es una experiencia que en medio del debate sobre las reformas a la ley de salud mental es una práctica instituyente que afirma que ese trazado es una manera posible de acompañar los padecimientos mentales. Que nos invita a nosotros, trabajadores sociales, a repensar la integralidad del sujeto, el alojar lo comunitario y el fortalecimiento de lazos en contextos de menor incertidumbre o en presencia de políticas públicas con mayor incidencia en los sectores populares que actúen como resguardo en momentos como el que estamos hoy atravesando.
AUTORAS/ES:
Celeste Pacheco y equipo del CePLA Carlos Mugica
uncolectivoazul2@gmail.com / Lic. en Trabajo Social- UBA. Integrante del equipo técnico del CePLA Carlos Mugica de Florencio Varela y de Casa Abierta- Espacio de Juventudes de Berazategui. Docente de la carrera de Trabajo Social UNAJ.