En el marco de una clase espejo entre la UNAJ y una Universidad Colombiana, la materia Organizaciones de la Sociedad Civil y Movimientos Sociales llevó adelante un encuentro sobre Derechos Humanos entre referentes de Argentina y de Medellín Colombia.
Esta experiencia de internacionalización universitaria, a través de la tecnología que permitió un encuentro remoto entre estudiantes y profesores de ambos países, Graciela Franco, estudiante de la asignatura, nos brinda un artículo, que describe el encuentro que tuvo lugar el viernes 6 de Junio
En búsqueda de la verdad. El caso de La Escombrera 13, Medellín, Colombia y del Espacio para la Memoria Ex Club Atlético-Buenos Aires, Argentina
La búsqueda de la verdad sobre los crímenes de lesa humanidad cometidos durante los periodos de violencia en Colombia y Argentina ha dado lugar a espacios de memoria que buscan preservar la historia y promover los derechos humanos. Dos casos emblemáticos en este contexto son La Escombrera en Medellín, Colombia, y el Espacio para la Memoria y la Promoción de los Derechos Humanos en Buenos Aires, Argentina.
La Escombrera, Comuna 13, Medellín, Colombia
“Se trata de un terreno de cerca de tres hectáreas de botaderos de materiales de construcción, utilizados por grupos armados al margen de la ley para ocultar los cuerpos de sus víctimas”.
La llamada Operación Orión fue un operativo militar urbano que tuvo lugar en la Comuna 13 de Medellín entre el 16 de octubre y principios de diciembre del 2002 durante el mandato de Alvaro Uribe. Este operativo contó con la participación de más de 1.500 militares y grupos paramilitares. Su objetivo era combatir y erradicar la violencia y tomar el control de la Comuna 13. Según los relatos de algunas víctimas, el operativo dejó más de 90 personas desaparecidas y al menos 70 asesinadas.
La Escombrera es un vertedero ubicado en la Comuna 13 de Medellín, que durante años fue señalado como un sitio de desapariciones forzadas. En diciembre de 2024, la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP) y la Unidad de Búsqueda de Personas Dadas por Desaparecidas confirmaron la existencia de restos humanos en el lugar, respaldando las denuncias de las víctimas y sus familias .
Este hallazgo ha sido calificado como histórico por las autoridades, ya que demuestra que las madres de la Comuna 13, conocidas como “cuchas”, no estaban equivocadas en sus denuncias. Sin embargo, la divulgación pública de la identidad de los restos ha generado controversia, ya que algunas familias temen por su seguridad debido a amenazas recibidas.
Además, la explotación minera en la zona ha sido un tema de preocupación. Organizaciones de víctimas han exigido la suspensión de estas actividades y la declaración del sitio como espacio de memoria histórica.
Espacio para la Memoria y la Promoción de los Derechos Humanos, Buenos Aires, Argentina
El Ex Club Atlético, en cambio, fue un centro clandestino más pequeño, ubicado en el sótano de un edificio de la Policía Federal en la zona de Paseo Colón. Funcionó en 1977 y formó parte del circuito represivo conocido como “ABO” (Atlético-Banco-Olimpo), operado por el Primer Cuerpo del Ejército. El edificio fue demolido para construir la autopista 25 de Mayo, pero tiempo después, el sitio fue recuperado y señalizado gracias a la lucha de sobrevivientes y organizaciones de derechos humanos.
Durante la última dictadura cívico-militar en Argentina (1976–1983), funcionaron más de 800 centros clandestinos de detención en todo el país. Estos espacios fueron utilizados por las Fuerzas Armadas y de seguridad para llevar adelante un plan sistemático de represión ilegal, que incluyó secuestros, torturas, desapariciones forzadas y asesinatos. Los centros estaban distribuidos en comisarías, unidades militares, edificios públicos e incluso hospitales, y muchos de ellos fueron señalizados y recuperados como sitios de memoria gracias a la lucha de sobrevivientes y organismos de derechos humanos.
Desde su recuperación el sitio ha sido transformado en un lugar de memoria, donde se realizan actividades culturales, educativas y de promoción de los derechos humanos. Entre las acciones destacadas se incluyen visitas guiadas, talleres para escuelas, muestras y jornadas de reflexión .
Este espacio busca honrar a las víctimas del terrorismo de Estado, preservar la memoria histórica y promover una cultura de respeto por los derechos humanos.
Ambos casos comparten como objetivo visibilizar la verdad sobre los crímenes cometidos y garantizar que no se repitan. La lucha de las “cuchas” en Medellín y la transformación del ex Club Atlético en Buenos Aires ponen en evidencia el compromiso de las sociedades colombiana y argentina con la memoria, la justicia y los derechos humanos.
En estos contextos el “Sujeto Pueblo” se muestra como un actor esencial en la lucha por la verdad y la justicia. A través de su fortaleza, organización y memoria, las comunidades lograron visibilizar cientos de crímenes de lesa humanidad y también gracias a su perseverancia lograron exigir no sólo justicia, sino que salga a la luz toda la verdad de los hechos ocurridos. Preservar los distintos espacios de memoria es esencial para garantizar la comprensión de las generaciones futuras sobre la importancia de defender los derechos humanos y evitar la repetición de estos hechos.
En el caso de La Escombrera, la perseverancia de las madres de la Comuna 13 (“las cuchas”) logró visibilizar las desapariciones forzadas, las torturas, los asesinatos y lograron la intervención de organismos como la JEP (Jurisdicción Especial para la Paz) para que se encarguen de investigar y confirmar la existencia de restos humanos en dicho lugar. Su resistencia frente al olvido y a la amenaza reafirma la idea de que la memoria colectiva organizada puede interpelar al Estado y exigir respuestas. En el caso del Ex Club Atlético , la sociedad civil y los organismos de derechos humanos impulsaron la recuperación del sitio y su transformación en un lugar de memoria, con actividades educativas y culturales. En ambos casos, la comunidad se convierte en garante de la verdad.
El Sujeto Pueblo, en los casos mencionados, desde el dolor, construye memoria y articula acciones para que los crímenes no queden impunes ni se repitan. Este “sujeto” representa a las comunidades organizadas que, desde su experiencia colectiva y su compromiso con la verdad, se constituyen como actores centrales en la defensa de los derechos humanos. No se trata solo de víctimas pasivas, sino de protagonistas activos que exigen justicia, construyen memoria y cuestionan al poder. Su fuerza radica en la capacidad de resistir, organizarse y sostener la demanda de verdad y reparación frente al olvido o la impunidad. Se puede decir que la memoria no es estática, sino que se sostiene en prácticas vivas de resistencia y transformación social.
En ambos casos, las mujeres han sido esenciales como portadoras de memoria y motoras de acción. En Medellín, las “cuchas” lideraron la denuncia sobre los desaparecidos, enfrentando riesgos personales por defender la verdad (muchas familias debieron abandonar sus hogares por las repetidas amenazas recibidas). En Argentina, muchas Madres y Abuelas de Plaza de Mayo hicieron de la búsqueda de sus hijos y nietos un acto político que marcó la historia. Las mujeres que eran llamadas “locas” por reclamar justicia, no solo recuerdan: organizan, articulan luchas y sostienen espacios de memoria activa.
Poder preservar estos lugares permite resignificar el dolor como herramienta de transformación social. Preservarlos evita el silencio, promueve el reconocimiento de lo ocurrido y honra a las víctimas. Son territorios donde el pasado interpela al presente y exige un futuro sin repetición. Declararlos como sitios de memoria es también un acto de justicia simbólica.
Estos edificios, espacios, fomentan la educación crítica y la reflexión colectiva sobre el valor de la democracia, la justicia y la dignidad humana. A través de talleres, visitas, jornadas y rituales comunitarios, enseñan que los derechos humanos no son abstractos, sino una construcción diaria. Estos espacios mantienen viva la memoria para que la sociedad no repita sus errores y fortalezca su compromiso ético con el “Nunca Más”.
AUTORA: Graciela Franco. Estudiante de la carrera de Trabajo Social