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Universidad Nacional Arturo Jauretche | Instituto de Ciencias Sociales y Administración | Licenciatura en Trabajo Social

Si sufrís violencia de género llamá al 144.

El Programa de Estudios de Género (PEG) de la UNAJ se estableció en 2015, el mismo año en que tuvo lugar la primera manifestación de “Ni una menos” y en el que Mauricio Macri ganó las elecciones, marcando el inicio de un período de ajuste económico que afectó profundamente a los dos ámbitos de incumbencia del PEG: el feminismo y la universidad pública.

No es extraño que, en distintos ámbitos, el feminismo en Argentina se intensifique al mismo tiempo que lo hace el neoliberalismo; después de todo, si algo caracteriza al feminismo es su capacidad creativa de resistencia. Por eso, aunque la victoria electoral de “La Libertad Avanza” pudo habernos tomado por sorpresa, ciertamente no nos dejó sin recursos para enfrentar sus embates. 

Es sabido que estamos en un momento en el que muchos de los logros que creíamos asegurados están siendo puestos en cuestión: el aborto legal, seguro y gratuito; la Educación Sexual Integral; figuras como el femicidio, lesbicidio y travesticidio; el lenguaje no excluyente, etc. Incluso los estudios de género y diversidad están siendo atacados, presentados como falsas ideologías que tergiversan el orden sexual natural.

El gobierno de Milei, al igual que otros gobiernos de derecha en todo el mundo, reconoce que la disputa nunca es meramente económica; la batalla cultural por los sentidos dominantes es igualmente importante para privilegiar ciertas formas de pensar la sociedad y sus relaciones. Es por eso que su equipo de expertos no solo incluye a economistas, sino también a figuras de las ciencias sociales como el politólogo Agustín Laje y el abogado Nicolás Márquez. En El Libro Negro de la Nueva Izquierda Ideología de género o subversión cultural, ellos argumentan a favor de llevar la lucha al plano ideológico: la izquierda no sólo se apoderó políticamente de gran parte de Latinoamérica sino lo que es muchísimo más grave: hegemonizó las aulas, las cátedras, las letras, las artes, la comunicación, el periodismo y, en suma, secuestró la cultura y con ello modificó en mucho la mentalidad de la opinión pública: la revolución dejó de expropiar cuentas bancarias para expropiar la manera de pensar (2016: 7).

El auge del llamado “marxismo cultural”, como lo denominan, está estrechamente relacionado con el feminismo y el activismo sexodisidente, movimientos que son despreciados por ser considerados “ideológicos”. La investigadora brasileña Sonia Correa define a la ideología de género de la siguiente manera:

La ideología de género supone un sistema de pensamiento donde las diferencias entre el hombre y la mujer, a pesar de las obvias diferencias anatómicas, no corresponden a una naturaleza fija, sino que son unas construcciones culturales y convencionales, configuradas según los roles y estereotipos que cada sociedad asigna a los sexos. Esta definición […] supone que los feminismos y los grupos LGTTBI han alterado el orden natural que rige la organización de las sociedades. (Gutiérrez y Correa, 2018, p. 108)

Aquí se evidencia la concepción binaria del mundo que caracteriza a estos grupos anti-género: naturaleza versus construcción, sexo versus género. Quisiera destacar en este ensayo el ataque  que estos grupos hacen a la categoría de género (de hecho, a menudo son llamados movimientos anti-género). Esta categoría, que en el feminismo ha sido celebrada como una forma de evitar el determinismo biológico, es aquí presentada como una forma de negar la realidad objetiva del sexo. 

Estos grupos sostienen que el feminismo intenta convencernos de que las diferencias entre hombres y mujeres son convencionales y contingentes, en lugar de aceptar que existen diferencias naturales entre ellos. Esto no significa que los hombres sean superiores a las mujeres (no son tan obtusos), sino que son diferentes e incluso complementarios. 

Aunque no todos estos grupos son abiertamente homofóbicos, sus posturas suponen y promueven la heterosexualidad compulsiva, especialmente en sus preocupaciones sobre la educación de las infancias. Como afirma Judith Butler (2021), 

Creen que a los niños se les dice que cambien de género, que son reclutados activamente por personas homosexuales y trans, o que se les presiona para que se declaren homosexuales en entornos educativos en los que un discurso abierto sobre el género se caricaturiza como una forma de adoctrinamiento. 

Estos grupos conciben la categoría de género no solo como una forma de negar el dimorfismo sexual, sino también como una sobrevaloración del poder de la cultura. Para el feminismo, ser varón o mujer no tendría nada que ver con el sexo cromosómiso, hormonal o genital sino que sería meramente una construcción simbólica (i.e. el modo en que la sociedad define a mujeres y varones). Este desdén feminista por la realidad material, dicen estos grupos, se hace evidente cuando se afirma que ser varón o mujer es una cuestión de “sentimientos” o “auto-percepción subjetiva” (como afirmaría nuestra Ley de Identidad de Género).

Lo sorprendente es estos ataques no siempre provienen de grupos que se consideran anti-feministas, sino que a menudo son reproducidos por las mismas feministas. Me refiero a las feministas que basan los derechos de las mujeres en el sexo, los movimientos radfem y distintas variantes de los feminismos radicales abolicionistas. Sara Ahmed hace un análisis de las redes sociales de estas “feministas críticas del género”, como ella las denomina, y señala:

En esas mismas cuentas encontrarás expresiones como Sexo, No género o El sexo es real. Es posible que vea declaraciones como, estoy de acuerdo con, y el nombre de tal o cual persona que aparentemente ha sido atacada por decir algo como el sexo es real. Encontrarás palabras como hembra humana adulta, mujer natal o incluso mujer biológica. Encontrarás afirmaciones que se sabe que han sido fundamentales para la lógica patriarcal, por ejemplo, las mujeres están oprimidas debido a su biología.

Es notable que el feminismo radical haga uso de expresiones biologicistas que, históricamente, fueron utilizado para restringir los derechos de las mujeres. También es notable que las personas trans sean presentadas como un nuevo sujeto hegemónico que limita la libertad de expresión. Estas feministas radicales consideran que el actual clima de “corrección política” impide que se diga la verdad: que las únicas mujeres son aquellas que nacen con vulva.

Julieta Massacese (2023) rastrea el origen del movimiento radfem en nuestro país a fines del 2018, cuando aparecieron agrupaciones como RadAr (Red de Feministas Radicales de Argentina) y FRIA (Feministas Radicales Independientes de Argentina). En los últimos años, intervinieron en debates públicos mostrando su inconformidad con el camino que estaban tomando las políticas de género en nuestro país. Por ejemplo, militaron a favor de la separación en dos del Ex-Encuentro Nacional de Mujeres y se resistieron a la inclusión de más categorías identitarias en el Censo 2022. Varias feministas presentaron una medida cautelar en la que solicitaban la suspensión de la incorporación de las categorías “mujer”, “mujer trans”, “varón” y “varón trans” como posibles respuestas a la pregunta sobre la identidad de género. Las firmantes de la cautelar se presentaban a sí mismas como “mujeres (hembras de la especie humana, seres humanos y personas adultas del sexo femenino)” y sostenían que “Ni mujer ni varón son identidades de género. Son sexos. Como así tampoco existen mujeres trans o varones trans. Hay mujeres y varones” (Medida cautelar, 2022). 

En este texto se afirma que la noción de identidad de género es un invento queer posmoderno que, financiado internacionalmente, logró inmiscuirse en las políticas públicas locales: “Se han elevado como condiciones obligatorias a cumplir por la población en general lo que son sentimientos o percepciones (autopercepciones) subjetivas de un sector minoritario de la sociedad que no se adecúa a la realidad material de sus cuerpos” (Medida cautelar, 2022). Aparecen nuevos elementos en el mapa binario del movimiento anti-género: realidad versus percepción subjetiva o sentimientos.

Los feminismos transexcluyentes repiten las mismas lógicas que las nuevas derechas: presentan al género como un concepto extranjero, foráneo y colonizador; reivindican al sexo como un fundamento inapelable que determina quién es varón o mujer; critican al feminismo hegemónico y la teoría queer como ideologías anticientíficas; manifiestan miedo al reemplazo (si en Europa el miedo es que los musulmanes reemplacen a los europeos, aquí el miedo es que las mujeres trans “borren” a las “verdaderas” mujeres”); se presentan a sí mismas como víctimas del progresismo.

Ahora bien, ¿qué podemos hacer desde un transfeminismo local para enfrentar este tipo de pensamiento? Como afirma Sara Ahmed (2016), la propuesta de sentar en la misma a las feministas transexcluyentes y las personas trans es inviable. No podemos dialogar cuando una de las partes busca la aniquilación de la otra. También es difícil refutar sus argumentos porque suelen prosperar en la incoherencia, como afirma Butler (2021): “El movimiento anti-género no es una posición conservadora con un conjunto claro de principios. […] No se esfuerza por ser coherente, ya que su incoherencia es parte de su poder.”

Pero tampoco debemos reproducir la mirada binaria del mundo que caracteriza al neoconservadurismo. El mundo no está dividido en buenos y malos, reaccionarios y progresistas; hay muchas posturas intermedias, personas que aún no han tomado posición o que ni siquiera conocen estos debates. Laje tiene razón al insistir en la importancia de la batalla cultural; como parte del feminismo universitario, creo que debemos seguir disputando las ideas y los afectos que se movilizan en estos debates. Por ejemplo, tenemos que seguir demostrando que su uso de la ciencia es sesgado y obsoleto; que la epistemología y la historia de la ciencia nos enseñan que no existe algo como “la verdad científica” atemporal y universal. Incluso si preguntamos hoy en día a la comunidad científica qué es el sexo, la respuesta no será unívoca, porque no hay respuestas unívocas en casi ningún ámbito científico. 

También es crucial seguir debatiendo qué significa el feminismo y para quién es. Aunque hemos repetido esto hasta el cansancio, debemos continuar insistiendo en que el feminismo no es una lucha de mujeres contra hombres, ni se trata de imponer un matriarcado. Tampoco se trata de decidir si hay que incluir o no a las personas trans en el feminismo porque las personas trans (al igual que las mujeres negras, marronas, latinas y lesbianas) ya son parte del feminismo. De hecho, las mujeres cis tenemos grandes deudas con el activismo trans: la lucha por la Ley de Identidad de Género allanó el terreno para la legalización del aborto. 

Pero además de seguir batallando, es un momento oportuno para frenar y sentarnos a reflexionar sobre estas malas interpretaciones. Esto no implica culpar al feminismo por la victoria electoral de la nueva derecha, pero sí tomar este momento  para barajar y dar de nuevo. En este ensayo no se ofrecen soluciones o recetas mágicas. No solo no existen sino que ninguna es útil descontextualizada. Lo que quisiera hacer es mucho más modesto: alentarnos a seguir estudiando, a formarnos, a conocer mejor los enemigos internos y externos, a sentarnos a leer textos que quizás no queremos leer y a ver videos que quizás no queremos ver. El feminismo sabe mucho de acciones y de luchas pero también de lecturas y argumentos; y la única forma de enfrentar a los grupos que vienen por nuestros derechos es conocerlos. Quizás no la vimos venir; es hora de volver a entrenar nuestros ojos.

 

Bibliografía 

Ahmed, Sara (2021). “Crítica del género = Conservadurismo de género”, Latfem, https://latfem.org/critica-del-genero-conservadurismo-de-genero/ .

Ahmed, Sara (2016) “An Affinity of Hammers,” TSQ 3(1–2): 22–34. 

Butler, Judith (2021). “¿Por qué el género provoca tantas reacciones en todo el mundo?”, Latfem, https://latfem.org/por-que-el-genero-provoca-tantas-reacciones-en-todo-el-mundo/Gutiérrez, Mabel Alicia y Correa, Sonia. 2018. «Significante vacío: ideología de género, conceptualizaciones y estrategias. Entrevista con Sonia Correa». Observatorio Latinoamericano y Caribeño, 2(1): 107-113.

Márquez, Nicolás y Laje, Agustín (2016). El Libro Negro de la Nueva Izquierda Ideología de género o subversión cultural. Buenos Aires: Unión. 

Massacese, Julieta (2023) “Un perfil del movimiento radfem en la Argentina: taxonomías, antecedentes y polémicas”, Mora, 29(2): 23-40.

Medida Cautelar (2022). Disponible en: https://womensdeclaration.com/documents/281/CAUTELAR_CENSO_2022.pdf

 

AUTORA:

Dra. Mariela Solana (PEG, EIE, UNAJ y UBA/CONICET)

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