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La reciente o, mejor dicho, la actual pandemia ha puesto en cuestión muchas nociones de las ciencias sociales que estaban instaladas en diferentes ámbitos de nuestra vida social. Por ejemplo, la cuestión de la desigualdad abrió nuevas discusiones entre las cuales se encuentra el presente y el futuro de las políticas estatales en el plano nacional y regional.
Las sucesivas crisis económicas en nuestra región provocadas por políticas públicas orientadas a la reproducción de una brecha de ingreso que favorezca los intereses de las clases dominantes en detrimento de los que menos tienen, obliga a trazar debates en torno al Estado. Cabe aclarar que, en términos generales, la irrupción de la pandemia mundial contribuyó al agravamiento de los indicadores ligados con la desigualdad social e, incluso, alteró las capacidades de los estados a la hora de definir sus principales políticas sociales.
De todas maneras, estas notas no pretenden realizar un análisis exhaustivo de las consecuencias sociales de la pandemia sino pensar cuestiones actuales de las políticas públicas: la imperiosa necesidad de concebir un estado con la suficiente potencia política para reducir la pobreza de nuestros sectores excluidos. Inevitablemente, este ejercicio de reflexión sobre el estado implica recalibrar nuevos argumentos a la hora de pensar la política como herramienta de transformación social de nuestro pueblo.
A raíz de esto, la reciente publicación “La política como disputa de las esperanzas” de Garcia Linera ofrece algunas claves para seguir con este razonamiento estrictamente político. En este ensayo de reciente publicación -Abril 2022- , el ex vicepresidente de Bolivia realiza una serie de reflexiones destinadas a comprender el golpe de estado contra el gobierno constitucional de Evo Morales entre las cuales se destacan la emergencia de una derecha racializada, autoritaria y “ democrática” que difiere de los sectores políticos latinoamericanos reaccionarios de principios de este siglo, las disputas de las esperanza relacionadas con las políticas estatales y la necesidad de construir prácticas políticas capaces de articular las esperanzas colectivas de nuestro pueblo.
Más allá de estas cuestiones específicas del ensayo de Linera, estas ideas pueden ponerse en la discusión a la hora del análisis sobre el Estado, es decir, la actual crisis exige dotar de sentidos concretos a las políticas públicas a los efectos de fortalecerlas. Por supuesto que cuando pensamos en el término “crisis” lo desglosamos en el siguiente sentido: desde la degradación ambiental a partir del impacto de cambio climático en la región, el geronticidio provocado por la pandemia, aumentos de la tasa de deserción en los sistemas educativos y problemas de salud mental en la población de nuestra región con lo cual el conjunto de estos elementos condiciona los tremendos niveles de desigualdad social de América Latina.
Este panorama impone una respuesta política destinada a combatir los efectos de esta crisis en nuestras latitudes, es decir, los gobiernos populares deben construir políticas sociales orientadas a reducir la brecha de ingreso, generar empleo como sendero de movilización social y bajar los índices de pobreza. Esto puede parecer una utopía pero puede suceder por la emergencia de coaliciones políticas progresistas en sus respectivos gobiernos -Colombia, Bolivia, México, Chile, Venezuela- que persiguen el ideario de una región más igualitaria, justa y soberana en clara contraposición con el proyecto de sectores dominantes para nuestra región.
De todas maneras, el ciclo histórico de esta etapa difiere bastante de la oleada de gobiernos progresistas de principios de este siglo porque la “ derecha latinoamericana” asume otras reconfiguraciones a la hora de su práctica política, es decir, se puede pensar la posibilidad de triunfos de gobiernos conservadores a causa de las dinámica(s) del sistema capitalista, la construcción de sentidos comunes favorables a políticas neoliberales, el encarcelamiento de líderes populares y la propia complejidad de la desigualdad social. Ante este escenario político, Linera postula una serie de orientaciones para disputar las esperanzas de nuestro pueblo:
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Una reforma tributaria sustantiva. Diversos mecanismos impositivos destinados a la protección de los salarios en detrimento de las grandes riquezas (impuestos a las grandes fortunas, a las grandes herencias, repatriación y gravamen de fondos en paraísos fiscales).
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Repatriación de fortunas en paraísos fiscales (amnistía). Ingreso de capital para inversiones en actividades económicas productivas.
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Transición energética con industrialización (hidrocarburos, minería, Litio). Estrategia de reducción gradual de emisiones de gases de efecto invernadero, pero manteniendo y aumentando los derechos sociales y el bienestar social de toda la población.
Estos cursos de acción son claves para pensar el horizonte de nuestras políticas estatales en el corto y mediano plazo puesto que las consecuencias de la pobreza son más profundas en este contexto de “ postpandemia”. Las “disputas por las esperanzas” linearianas son centrales en estos tiempos para volver a senderos de justicia social, igualdad, redistribución equitativa del ingreso pero, también construir políticas enfocadas en motorizar el desarrollo de nuestro país en combinación con las tramas comunitarias diseminadas en todo el territorio nacional.
Si no hay un modelo de desarrollo nacional afianzado en las lógicas sociales y políticas de las diferentes organizaciones territoriales, políticas y sindicales en alianza con una centralidad del estado a la hora de toma de decisiones de la política, la construcción de un bienestar para nuestro pueblo puede resultar sumamente compleja.
No obstante, la situación de la política latinoamericana puede representar una interesante oportunidad donde se puedan construir mecanismos institucionales entre los estados de la región latinoamericana en pos de convertir las esperanzas de justicia social, inclusión, empleo digno en realidad efectiva para la vida de nuestro pueblo.
AUTOR: Juan Manuel Facorro. Politólogo (UBA). Docente de la carrera de Trabajo Social de la Universidad Nacional Arturo Jauretche.