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Universidad Nacional Arturo Jauretche | Instituto de Ciencias Sociales y Administración | Licenciatura en Trabajo Social

Si sufrís violencia de género llamá al 144.
Si pensás que tenés Covid-19 llamá al 107 (si estás en Florencio Varela) o al número provincial 148.
Si tenés alguna dificultad para atravesar el aislamiento contactate con nosotres: redts2020@gmail.com.

 

Por Agustina González. Licenciada en Trabajo Social (UNAJ). Docente de Teoría de la Intervención II: Migraciones e interculturalidad, Promoción Social de la Salud e integrante del equipo docente de las prácticas pre-profesionales de la Licenciatura en Trabajo Social UNAJ.

La siguiente nota toma como base mi tesina “Criterios por asamblea”: Ingreso, permanencia y abandono en las viviendas del FOL” realizada en el marco de la Licenciatura en Trabajo Social de la Universidad Nacional Arturo Jauretche. En la misma, abordó la disputa por la división de tareas dentro de las Organizaciones Sociales de Base en relación a los estereotipos de género y la división sexual del trabajo, sumado a las tensiones vigentes en los vínculos que construyen con las instituciones del Estado.

Por ende, el objetivo del presente artículo es presentar en algunas discusiones, conclusiones y desafíos en relación a la intervención profesional con perspectiva de géneros[1] dentro de los ámbitos comunitarios, fundamentalmente en el nuevo contexto que trajo aparejado el Covid-19.

Para empezar, me parece fundamental definir qué son las Organizaciones Sociales de Base (OSB). Esta forma de organización surge a partir de los años 1990 en Argentina, cuando las políticas neoliberales y la reforma administrativa del Estado produjeron cambios sustanciales en las modalidades de contratación y las intervenciones estatales en la gestión de políticas públicas. Las OSB tienen como principal objetivo la mejora de las condiciones de vida y la contribución al desarrollo integral de sus localidades, entendiendo la centralidad de los territorios como organizador de la vida social y dando respuestas a diversas necesidades a través de iniciativas que suponen un modo de realización de la reproducción de la vida cotidiana. Entre este tipo de organizaciones predominan los comedores y merenderos populares, centros materno – infantiles, jardines comunitarios, espacios para jóvenes, entre otras organizaciones que brindan, principalmente, apoyo alimentario a la población de sus territorios.

Quisiera introducir al debate, una línea de intervención fundamental dentro de las OSB: el fortalecimiento institucional de las mismas, entendiendo la importancia de reconocer y potenciar sus proyectos organizacionales, socio- comunitarios y de desarrollo territorial. Debido a que los mismos nos retratan con una clara imagen de los objetivos e intereses de dichas organizaciones.

A partir de mi investigación pude observar que el FOL, a partir de la construcción de una casa refugio para mujeres en situación de violencia, propone una forma de abordar las desigualdades de género. Cabe resaltar que en la mayoría de las organizaciones sociales, los hombres son quienes ocupan los espacios de poder y las mujeres quedan a cargo de las tareas educativas, el cuidado de les niñes, la cocina, el comedor o las huertas (Korol, 2016), no obstante dentro de esta OSB encontré a las mismas tomando decisiones de alcance nacional, dando lugar a nuevos liderazgos protagonizados por mujeres, todas ellas feministas y particularmente atentas a velar y cuidar por otras mujeres víctimas de un problema social urgente que es la violencia de género.

Desafíos de las intervenciones durante el contexto de pandemia: ¿Hacia una nueva forma de abordar lo comunitario?

Retomando lo expuesto hasta el momento, las OSB históricamente han ocupado un rol central dentro de los territorios, dando respuesta a diversas necesidades de lo social y haciéndose cargo de distintas tareas burocráticas de gestión de las que el Estado decide desprenderse.

Sumado a las tareas que venían desarrollando, debido a la masificación de contagios de Covid-19, en Argentina, a partir del 20 de marzo del 2020 se dispusieron distintas medidas preventivas entre las que se encuentran el ASPO (Aislamiento social, preventivo y obligatorio) y el DISPO (Distanciamiento social, preventivo y obligatorio), donde las organizaciones sociales empezaron a actuar como el primer sostén, por un lado para las familias que se encuentran aisladas y transitando el virus y por otro para las que se ven afectadas por la crisis económica, a partir de la asistencia alimentaria, recreativa y cultural. Es decir que hoy, garantizan el cuidado comunitario y la construcción de redes de ayuda mutua, para sostener las medidas preventivas ante la pandemia.

EL Covid-19 también trajo aparejado un incremento de los casos de violencia contra las mujeres, según datos del Ministerio de Las Mujeres, Géneros y Diversidades en 2020 se incremento hasta un 25% los llamados al 144, con un total de 29.706 llamados durante el año. El Observatorio de las violencias de Género “Ahora que si nos ven” aseguro que entre marzo de 2020 y 2021, se cometieron 288 femicidios donde el 64% de los mismos se produjo en la vivienda de la mujer.

Ante el avance de la pandemia de la violencia de género, las OSB tienen un verdadero protagonismo en el acompañamiento a mujeres que están en situación de violencia, a través de espacios de escucha, contención y fortalecimiento de las potencialidades de ellas y la gestión de redes y lazos de contención.

Si bien el reconocimiento y la solidaridad de les ciudadanes con estas ha aumentado en este contexto, nos queda pendiente la visibilización masiva del trabajo que vienen llevando a cabo estas organizaciones, entendiendo la centralidad de sus intervenciones en la lucha contra la pandemia y valorizando su compromiso con la resolución de problemáticas compartidas. En este marco, y poniendo el foco en que muchas de sus referentes contrajeron el virus realizando sus actividades, una de las tareas pendientes es visibilizar la importancia de la vacuna para estos sectores y su trabajo territorial.

Para finalizar, me gustaría establecer algunos interrogantes abiertos sobre estos nuevos liderazgos dentro de las OSB: ¿Cómo combinan, las referentes, sus tareas domésticas y el cuidado de sus hijes con los compromisos de llevar adelante una OSB?¿Cómo van a perfilarse las nuevas formas de intervención comunitaria con las reivindicaciones de género y un nuevo contexto sanitario?

Bibliografía:

[1] La Perspectiva de géneros es un enfoque teórico que nos permite problematizar el funcionamiento de las representaciones sociales y los estereotipos de género en cada contexto entendiéndolas como productoras y reproductoras de las desigualdades sociales.

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