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Universidad Nacional Arturo Jauretche | Instituto de Ciencias Sociales y Administración | Licenciatura en Trabajo Social

Si sufrís violencia de género llamá al 144.

11 de julio de 2023

El trabajo se enmarca en la experiencia de realizar mi trabajo integrador final para la obtención del título de grado “Licenciatura en trabajo social” en la Universidad Nacional Arturo Jauretche 

Resumen

El presente trabajo fue realizado para la obtención del título de grado de la  Licenciatura en Trabajo Social y tiene como objetivo aportar al campo social un análisis sobre la participación política femenina y el trabajo social en los años del primer peronismo (1947-1955). Para ello, se enfoca, por un lado, en la revisión bibliográfica sobre la profesionalización del trabajo social y, por otro lado, en la participación política femenina. A partir de estos ejes, se realiza un recorrido bibliográfico  del trabajo social y la participación política femenina en el Partido Peronista Femenino. La pregunta problema que guía este trabajo es ¿Cuál es el vínculo entre el trabajo social y la participación política de las mujeres en el partido peronista femenino en el período 1947-1955? En este sentido, la hipótesis que se plantea es la siguiente: a partir de la creación del partido peronista femenino se necesitó la organización y la participación activa de mujeres que llevaron adelante la militancia y el trabajo social territorial para construir legitimidad y autonomía ciudadana. Al iniciar esta participación en el ámbito político, empezaron a ocupar un terreno que era exclusivo de los hombres e hicieron visible su importancia en el ámbito público.

Para esta presentación en las II jornadas de trabajo social  quisiera hacer énfasis en un eje que atraviesa ambos temas de investigación que es el sufragio femenino como una política pública y, que aporta al trabajo social la categoría de asistencia en contraposición con el asistencialismo, Alayon sostiene que la asistencia es un término pensado desde los procesos sociales iniciados en el primer peronismo y que, supone el acompañamiento de las demandas y las necesidades de las y los trabajadores y de los sectores más vulnerables, por tanto, el surgimiento de nuevas concepciones de la profesión del trabajo social, ya no abordando las problemáticas sociales desde una mirada de caridad sino desde una perspectiva de derechos de los ciudadanos y ciudadanas. Entendiendo que la situación de pobreza y desigualdad no es un hecho natural, sino consecuencia del sistema de explotación que genera una brecha exponencial entre las clases sociales. Siendo el sufragio femenino un derecho postergado para las mujeres que acrecentaba la desigualdad de género, nos ubicaba como personas sin autonomía ni poder de decisión relegadas a las tareas de cuidado como capacidad única y máxima de la que solo nos  podíamos hacer cargo.

La lucha por el derecho al voto de la mujer tiene antecedentes en Argentina mucho antes de la llegada del peronismo al poder. En principio, cabe mencionar que han existido otras

Mujeres en la historia que han participado activamente en la arena política. Ponían en tensión ciertas desigualdades. Silvana Palermo (2011) plantea, por un lado, que en este momento histórico (a comienzos del siglo XX) las mujeres de la época que llevaban a cabo este reclamo pertenecían a la clase media o alta. Por otro lado, el partido socialista, de la mano de su referente feminista Alicia Moreau de Justo, fue una de las primeras en proponer la participación de las mujeres en el sufragio. Lo que proporcionó que otras mujeres por fuera del partido se organizaran, es el caso de Julieta Lantieri y el “partido feminista nacional” o la “Asociación Pro derechos de las mujeres” creada y presidida por Elvira Rawson de Dellepiane en el año 1918. Como expresa Dora Barrancos (2008) el debate giraba en torno a si las mujeres debían acceder al derecho al voto en iguales condiciones que los varones o debían tener algunas restricciones en cuanto a la edad y a la educación. Las opiniones sobre la participación ciudadana de la mujer ponían en juego su papel como madre y ama de casa. En esa época, se suponía que las mujeres dejarían de lado la maternidad, el matrimonio y los quehaceres del hogar, poniendo en peligro a la sociedad, ya que de ellas dependían las tareas de crianza, cuidado y educación.

Los grandes discusiones que se dieron alrededor del sufragio femenino, tenían que ver, en principio, con dudar de la capacidad de la mujer, apelando a una cierta inferioridad intelectual, por lo cual se dudaba en otorgar o no la universalidad a las mujeres, si las mujeres analfabetas tenían la capacidad de elegir a sus representantes y si la edad debía ser a partir de los 18 o los 21 años. La mayoría de los senadores y diputados dudaban de que se dieran los mismos derechos que tenían los hombres desde la ley del sufragio universal masculino de 1912.

Dentro del peronismo, la idea y la decisión política de empezar a reconocer los derechos delas mujeres tienen sus primeras apariciones, según Rosemberg (2019), cuando Perón todavía era parte de la Secretaría de Trabajo y Previsión, donde creó en el 3 de octubre de 1944 una “división de trabajo y asistencia de la mujer” que dependía de la dirección de trabajo y acción social.

Evita fue una impulsora dentro del partido  peronista exigiendo como un derecho el sufragio femenino, sus acciones afianzaron la idea de que las mujeres podemos cumplir roles más allá de las tareas de cuidado, la maternidad y el hogar.

En 1946 el senador Lorenzo Soler presentó un proyecto de ley para el sufragio femenino, que no solo abordaba la idea de que las mujeres votaran a sus representantes, sino que pudieran ser electas. Se trataba nada menos que de “los derechos políticos de la mujer”. Igualando los derechos y responsabilidades cívicas del hombre y la mujer. Tanto la cámara de senadores como la de diputados se mostraron conformes con el proyecto, si bien existió una reformulación y acorte del mismo, se votó a favor. Las opiniones fueron variadas, sin embargo, todas giraron en torno a la necesidad de atribuirle a la mujer ese derecho.

Barry (2009) describe que el 23 de septiembre de 1947, luego de años de lucha y con una

multitud de mujeres agolpadas en la galería del congreso y en la plaza, eufóricas de emoción, se aprobó la Ley N°13.010 de sufragio femenino.

De modo que, ya sancionada la Ley, era cuestión de poner en concreto el ejercicio de este

Derecho, un desafío que llevó por lo menos 4 años en hacerse realidad. Eran varios los inconvenientes para el acceso al sufragio femenino. Por un lado, la organización de las mujeres, por otro lado, conocer cuántas mujeres eran las que estaban en condiciones de votar.

Para ello Evita crea el partido peronista femenino una organización independiente solo integrada por mujeres que se distribuyen estratégicamente durante todo el país.

En cuanto al  vínculo de la militancia por el sufragio femenino y el trabajo social se describe desde las acciones de las mujeres que transitaban estos espacios del PPf ese trabajo comprometido en representación de las necesidades y  los intereses dentro de una estructura social. Evita re-significa el término de ayuda social como la diferencia entre la “limosma” de las damas de beneficencia que humillaba a quienes la recibían a quienes ahora reciben ayuda social como una forma de dignificar y estimular al trabajador. En el escenario político, el peronismo logra que el ejercicio profesional del trabajo social se construya desde una perspectiva de derechos más amplia que la mera asistencia, desde la construcción de lo nacional como lo propio.

Hoy podemos ver en retrospectiva y entender a Evita como una mujer transgresora que sin levantarla bandera del feminismo colaboró desde la urgencia de reconocer derechos a las mujeres y lograr su emancipación, permitiendo que podamos elegir y participar del ámbito político, así como también, construir la conciencia de clase trabajadora, reconociendo la labor tanto dentro como fuera del hogar. Sin desconocer su postura, podemos resignificar su figura como la primera referente política feminista del Peronismo. Recuperar a Evita desde una mirada en clave feminista consiste en entender que la justicia social se construye desde el poder político, popular, feminista y disidente.

En este sentido, la ampliación de derechos y el reconocimiento de los mismos que plantea el peronismo van en consonancia con el trabajo social, crítico y reflexivo que propone la

Universidad Nacional Arturo Jauretche.

La formación de profesionales con perspectiva de género, derechos y justicia social,

Permiten que el acompañamiento y las intervenciones en cualquier ámbito en el que nos desempeñemos  sea con total compromiso con el otre.

 

AUTORA: Rudoy Gisela Yamila

Bibliografia

  • Alayon, N, (2008) Asistencia y Asistencialismo: ¿pobres controlados o erradicación de la pobreza. Buenos Aires: Lumen
  • Barrancos,D, (2008) Mujeres, entre la casa y la plaza. Buenos Aires, Sudamericana
  •  Barry, C.(2009) Evita Capitana: El Partido Peronista Femenino. 1949-1955. Caseros, Universidad Nacional de Tres de Febrero.
  •  Barry, C.(2008) Mujeres en Tránsito. En Romaccioti . K. (Ed) Valobra. A. (Ed) La fundación Eva Perón y las mujeres: entre la provocación y la inclusión. Biblios
  • Palermo, S. (2011) sufragio femenino y ciudadanía política en la Argentina 1912-1947. En Barry. C. Sufragio Femenino. (pp. 29-62) EDUNTREF.
  • Rosemberg, J.(2019) Eva y las mujeres: Historia de una irreverencia. Buenos Aires, Futurock.
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