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Universidad Nacional Arturo Jauretche | Instituto de Ciencias Sociales y Administración | Licenciatura en Trabajo Social

Si sufrís violencia de género llamá al 144.

“El infierno de los vivos no es algo por venir;

hay uno, el que ya existe aquí,

el infierno que habitamos todos los días,

que formamos estando juntos.

Hay dos maneras de no sufrirlo.

La primera es fácil para muchos:

aceptar el infierno y volverse parte de él hasta el punto de dejar de verlo.

La segunda es arriesgada y exige atención y aprendizaje continuos:

buscar y saber reconocer quién y qué, en medio del infierno, no es infierno,

y hacer que dure, dejarle espacio”

Italo Calvino, Las ciudades invisibles

“He pensado muchas veces que la causa de la buena o mala fortuna de los hombres

reside en su capacidad de acomodar su proceder a los tiempos,

pues vemos que los hombres proceden,

unos con ímpetu, otros con timidez y precaución,

y como ambos estilos sobrepasan los términos convenientes

y no siguen el verdadero camino, en ambos se yerra;

pero se equivocará menos y tendrá la fortuna próspera quien sepa,

como decía, ajustar su proceder con el tiempo…

Nicolás Maquivelo, Discursos sobre la primera década de Tito Livio

En el marco de la pandemia por COVID-19 a los y las trabajadoras de la salud, a los y las trabajadoras vinculadas a la provisión de alimentos, así como a las y los miembros de las fuerzas policiales y de seguridad, entre otros, se les designó como trabajadores esenciales, exceptuándolos del confinamiento y obligándolos a continuar/reconfigurar sus rutinas laborales en un marco general de limitación de la circulación. La normativa sancionada designa a las distintas fuerzas de seguridad como responsable del cumplimiento de estas medidas, facultándolas a realizar las “acciones necesarias para hacer cesar la conducta infractora” (DNU 297/2020). En ese sentido, las medidas de confinamiento y la suspensión de las actividades consideradas no esenciales, han modificado las rutinas y el comportamiento de las personas en todo el mundo, y estos cambios han afectado también los patrones de actuación de las diferentes fuerzas policiales y de seguridad. En Argentina, ello implicó tanto nuevas tareas como la reconfiguración de otras prácticas asignadas a las policías: controles de permisos de circulación a peatones y vehículos, pedidos de documentos, acompañamiento y organización en filas de bancos, supermercados y otros comercios, intervención en fiestas clandestinas, así como la gestión en centros de testeo, hospitales y centros de vacunación.

La conjunción policías y violencias es un tópico recurrente del análisis social más acá y más allá de la pandemia: la policía interviene sobre violencias y, al mismo tiempo, produce violencias. Sobre violencias y a través de violencias. Sin embargo, el contexto pandémico, y particularmente la relevancia que se le asignan en las tareas de control de la circulación, hace necesario volver a esa conjunción con las viejas preguntas pero también con nuevas: ¿Cuáles son los procedimientos, los mecanismos, las prácticas, las tareas a través de las cuales las fuerzas policiales y de seguridad intervienen durante la pandemia?¿Cuáles son sus rutinas?¿Qué hay de nuevo y qué se repite en esos procedimientos?¿Sobre qué intervienen y qué efectos producen con esas intervenciones?¿Cómo se configura el gobierno policial de la pandemia?

Este número de Pueblo, la Revista de Trabajo Social de UNAJ, aborda precisamente las prácticas de las fuerzas policiales y de seguridad en diferentes territorios populares durante la pandemia. El dossier reúne doce trabajos -algunos de ellos de las y los integrantes del Observatorio de Violencia Sociales de UNAJ, otros de investigadoras e investigadores de universidades de distintas localidades y provincias del país- en los que se analizan diferentes aristas del trabajo policial durante la pandemia. Ahora bien, si las policías gobiernan la pandemia, también hay que decir que no gobiernan solas: la intensificación del control y la punición policial requiere ser puesto en relación con su invocación y reclamo social. Uno de los artículos aborda, precisamente, el modo en el que la violencia policial se configura en los relatos mediáticos.

El trabajo policial en pandemia, las condiciones, las rutinas y las intervenciones que lo caracterizan, como abordan diferentes artículos de este número, no presenta una innovación radical respecto del escenario prepandémico, es decir, no se advierten prácticas policiales absolutamente novedosas. Antes bien, se repiten prácticas y patrones preexistentes, pero -y esto deviene una cuestión nodal- en modalidades, intensidades y legitimaciones diferentes. Por ejemplo, en las narrativas policiales, las violencias familiares y de género, así como las conflictividades entre vecinos no aparecen como una suerte de innovación pandémica pero sí se potencian en un contexto de encierro y de limitaciones a la circulación. Asimismo, el contexto pandémico es también un contexto de intensificación de la demanda social de fortalecimiento del control por parte de las fuerzas policiales y de seguridad.

Lo que la pandemia nos dejó deberíamos mirarlo en el espejo de la dinámica electoral y los vaivenes de la política en curso. Bajo este prisma, el efecto pandemia profundizó el clamor securitario y los gritos punitivos. Los candidatos y las candidatas con altas chances de convertirse en unos pocos meses en las máximas autoridades políticas del país proponen en sus propias palabras una “visión punitivista” en materia securitaria: la vieja conocida política de “desatarle las manos a las policías”, la intervención de las fuerzas armadas en seguridad interior, la retórica del que las hace las paga, la libre portación de armas, entre muchas otras. En este porvenir, resulta nodal conocer y detallar las grillas de visibilidad y decibilidad policial en lo que refiere al desempeño de sus tareas en pandemia porque para intervenir y desarmar las violencias, se requiere conocer sus especificidades. Como afirma Parel a propósito de Maquiavelo, “en la lucha entre los hombres y la fortuna, ella tiene la palabra final, establece las condiciones de esa lucha”.

En este presente político convulsionado, en el que muchos candidatos a presidente no dudan en incorporarse a las filas de la securitización punitiva que reclama policías bravos, violentos, la tarea crítica asume el lugar de un hacer que es del orden de la problematización de los peligros, de calibrar y enunciar los riesgos. En tiempos adversos, resuenan las palabras de Pasolini:

“Estamos obviamente de acuerdo contra la institución policial.

¡Pero agárrenselas contra el Poder Judicial, y verán!

Los muchachos policías

que ustedes por sacro vandalismo (de selecta tradición

resurgimentista)

de hijos de papá, han apaleado,

pertenecen a la otra clase social”

Por Gabriela Seghezzo y Gabriela Esther Rodríguez, Coordinadoras del Observatorio de Violencias Sociales (OViSoc) y Profesoras de Trabajo Social de la Universidad Nacional Arturo Jauretche.

Fotografía: OMAR BOGADO “¿Seguridad?”

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