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Una experiencia de etnografía colectiva en el Ecopunto de Florencio Varela, el barrio Dorado de Quilmes y la organización “Cactus Brown” de Almirante Brown.
Introducción
Como ya fuera señalado:” al finalizar el período malinowskiano en los años 30, el trabajo de campo ya se había consolidado como una actividad eminentemente individual realizada en una sola cultura, un rito de paso en la profesión que correspondía a la etapa doctoral. La estadía prolongada y la interacción directa cara a cara, con los miembros de una cultura, se transformó en la experiencia más totalizadora y distintiva de los antropólogos, el lugar de la producción de su saber y el medio para legitimarlo. Su propósito era suministrar una visión contextualizada de los datos culturales en la vida social tal como era vivida por los nativos” (Guber, 2011:32).
Este párrafo extraído del libro La etnografía… de Rosana Guber y que trabajamos detenidamente en nuestra materia, da cuenta del momento en que se encontraba la Antropología Social y la experiencia del trabajo de campo, en las primeras décadas del Siglo XX. No obstante, desde ese período hasta la actualidad las modalidades de hacer trabajo de campo se han modificado sobremanera. Principalmente en lo relativo a la extensión de los períodos en terreno, la coresidencia del investigador con los nativos y en el carácter individual o (aislado) de la experiencia por parte del investigador, quien, según los preceptos malinowskianos debería permanecer alejado de “los blancos” y llevar adelante su tarea en la más absoluta soledad. Actualmente los períodos de trabajo de campo son menores, llegando en algunos casos a unos pocos meses y hasta también unas pocas semanas. Teniendo en cuenta los períodos de convocatorias de investigación, aprobación y ejecución de los proyectos que alcanzan, en buena medida, entre 12 y 24 meses. Esto también ha afectado los modos de hacer trabajo de campo puesto que el investigador (a) ya “no se va a vivir con sus nativos”, sino que permanece junto a ellos en su cotidianidad, pero el investigador suele regresar a su hogar luego de su jornada de campo. Como así también la figura del investigador solitario tan presente en el diario de Malinowski, publicado en 1967, en que evoca insistentemente a su prometida quien lo esperaba en Melbourne, a su madre y a su Polonia natal afectas por la guerra.
Actualmente la experiencia de trabajo de campo ha pasado a ser una experiencia, también, colectiva llevada adelante por un grupo pequeño de investigadores en un período también breve de tiempo, como poco más de una semana. En ese sentido, el antecedente más elocuente corresponde al llevado adelante por un grupo de 16 investigadores (as) brasileños(as), franceses(as) y argentinos(as) en el noreste de Brasil, en el Estado de Pernambuco, en septiembre de 1997, bajo la dirección de Lygia Sigaud y Benoit de L Estoile. Era un momento de grandes cambios en aquella región de producción azucarera: innumerables patrones de la industria habían fracasado, centenas de trabajadores pasaron a ocupar los ingenios de producción de caña, el Estado brasileño desapropió tierras como nunca o hiciera antes en esa área y puso en marcha un programa de reinversión económica para el turismo. Estos investigadores permanecieron en esa región por 9 días para reunir elementos que les permitieran describir y explicar cómo se configuraba este proceso acelerado de transformaciones sociales que los mismos actores de la región definían como “transformación galopante”. Las áreas principales de trabajo de aquel equipo fueron: la intendencia para examinar las implicancias de la gestión sindical, las escuelas de la región que interesaban a los investigadores franceses, los sindicalistas y gracias a ellos los campamentos y asentamientos del MST muy presente en esa región en aquel período. Dicha experiencia fue publicada en el año 2006 bajo el título Ocupaciones de tierra y transformaciones sociales. Una experiencia de etnografía colectiva (de L Estoile,Sigaud, 2006).
Otro antecedente más próximo en el tiempo y también en el espacio corresponde al trabajo “Objetos, personas y relaciones: un estudio etnográfico sobre la cultura material en hogares del conurbano bonaerense”, radicado en el Instituto de Estudios Sociales en Contextos de Desigualdades de la Universidad Nacional de José Clemente Paz (IESCODE-UNPAZ), dirigido por la antropóloga Patricia Vargas del que participaron una docena de investigadores, algunos iniciantes y otros experimentados, dos de ellos estudiantes avanzados de la carrera de Trabajo Social de la UNPAZ.
El trabajo de campo fue realizado entre mayo y septiembre del año 2019 y el propósito del proyecto consistía en: registrar las características edilicias, de déficit habitacional y de acceso a terrenos y servicios públicos, así como las formas de construcción y ampliación de casas que acompañan los patrones de residencia, en los hogares del partido de José C. Paz donde viven los estudiantes que asisten a la UNPAZ. El trabajo también describe qué objetos pueblan estos hogares, cómo se obtienen y cómo circulan al interior de las unidades domésticas, con la expectativa de detallar cómo y quiénes los usan y bajo qué criterios se clasifican y organizan.
El texto está poblado por las visitas a los hogares de los estudiantes y sus familias en las que los anfitriones exhiben a los investigadores sus objetos más preciados atesorados por generaciones (Blanco Esmoris et al, 2021). El análisis de los datos está enmarcado en la propuesta de la antropóloga norteamericana Annette Weiner. Esta autora siguiendo el rastro de Malinowski en las Islas Trobriand, se estableció en el archipiélago en el año 1971 (cinco décadas más tarde que el insigne polaco). Así como Malinowski prestó atención a los brazaletes y collares que circulaban, Weiner puso su atención en el “ñame y los manojos de hojas de banana” producidos e intercambiados por mujeres, enmarcando su investigación en la línea de la cultura material. Para esta autora existen objetos que no se pueden vender ni intercambiar, sino que se deben guardar puesto que afirman identidad, continuidad en el tiempo y jerarquías entre individuos o grupos. Weiner denominó a esos objetos: “objetos inalienables” y la fórmula que encontró para señalar su ubicación en el circuito de intercambio fue señalar que es necesario “guardar mientras se da” puesto que el donar y el guardar cumplen roles distintos, aunque complementarios (Godelier, 1998). Los objetos inalienables son objetos sagrados transmitidos de generación a generación a través del matrimonio y la herencia que no pueden venderse, ni donarse, deben guardarse.
Siguiendo esa estela de análisis, los investigadores nos exhiben cómo en esos hogares de José C. Paz: una familia que aprende a cohabitar un terreno, que no puede subdividirse, en el que tres hermanos construyen cada uno su casa. El terreno se convierte en punto de encuentro y reuniones, al lugar donde se vuelve luego de una separación, el lugar donde vuelven los abuelos en celebraciones como navidad, cumpleaños o año nuevo. Otra vecina recibe una casa de un programa habitacional que incluía un santuario del Gauchito Gil que debía ser atendido. Esta vecina señalaba que: “la casa que se hace con el gauchito se queda con el gauchito. Vos si querés lo rompes cuando te mudás. Pero no te lo podés llevar”. Demostrando, de esa manera, la inalienabilidad del gauchito con la casa. Y también es exhibido un modular heredado de un abuelo que no se puede conservar en una mudanza, que no se quiere vender y que se dona a un amigo a quien se puede visitar, a condición de que no lo regale.
En suma, los objetos inalienables eran objetos sagrados cuyo valor era reconocido por todos los miembros de una familia, grupo o comunidad pues eran el pilar fundamental para la configuración de relaciones jerárquicas que incluían prestigio y determinaban identidad.
En nuestro caso, por el contrario, decidimos poner atención en objetos cuyo valor no es claramente visible para todos: “los reciclables” como los miembros/ voluntarios de las organizaciones los denominan. Se trata de objetos que durante décadas fueron considerados parte de los residuos que descartamos y que vulgarmente denominamos: basura. Se trata principalmente de productos elaborados a partir de cartón, vidrio, plásticos, nylon, papel y hasta colillas de cigarrillos, entre otros. Materiales que componen, buena parte, de los productos que consumimos en nuestros hogares constituyéndose como envoltorios de alimentos, artículos de limpieza, de cosmética, de higiene personal y de electrodomésticos. El valor de estos objetos está en la posibilidad de ser “reciclados”, es decir, de volver a ser materia prima para las industrias, en la posibilidad de ser transformados y volver a circular, excluyéndolos del descarte.
Estos objetos –reciclables–, así como los actores que los recogen – los denominados cartoneros–, han sido también foco de diversas investigaciones. La lista es extensa, pero nos referiremos solo a dos que fueron realizados por antropólogos(as). El primero de ellos corresponde al trabajo de Pablo Schamber cuyo trabajo pionero De los desechos a las mercancías. Una etnografía de los cartoneros fue publicado en el año 2008. En este texto, con trabajo de campo de larga duración realizado a fines de los años 90 y principios de los 2000, el foco no son solo los cartoneros sino también el circuito de los objetos (reciclables), sus intermediarios y puntos de comercialización. El autor no solo historiza las categorías de lo que hoy se denomina “recuperadores urbanos” un vocabulario que incluye los términos: ciruja, botellero, quemero hasta llegar al de cartoneros sino que también señala cómo esas categorías van de la mano de las modificaciones en el tratamiento de los residuos en la Ciudad de Buenos Aires. Un fenómeno que pasó de la quema a cielo abierto a la incineración domiciliaria, para luego dar paso a la construcción de rellenos sanitarios durante la dictadura militar. La etnografía da cuenta, también, de la complejidad de intentar formalizar una actividad completamente informal, muchas veces clandestina, y considerada ilegal hasta el año 2002; cuando fue derogado la ordenanza 33.961 que condenaba “el cirujeo” y se sancionaba la ley 992 que creaba el Programa de Recuperados Urbanos (PRU). En resumen: los cartoneros eran el primer eslabón de una cadena que seguía en los depósitos polirubro, continuaba en los depósitos especializados y terminaba en las industrias.
El segundo trabajo, corresponde al de Débora Gorbán publicado bajo el título Las tramas del cartón. Trabajo y familia en los sectores populares del Gran Buenos Aires (2014). En esta oportunidad, son las familias cartoneras el foco de atención de la autora. Se trata de una etnografía minuciosa que a través del acompañamiento del circuito que recorren estas familias tras la búsqueda del cartón y otros objetos reciclables; la investigadora restituye a sus interlocutores de campo el sentido de la vida, el trabajo, la familia y el barrio.
Por nuestra parte, y atendiendo las demandas de la convocatoria inicial de la Carrera de Trabajo Social de la UNAJ cuando volvíamos a la presencialidad en nuestras aulas, de llevar adelante trabajos prácticos con nuestros(as) estudiantes en diálogo con el territorio, decidimos desde la materia Antropología Social y Cultural hacer una práctica de observación y entrevistas colectivas (una etnografía colectiva) en el ecopunto de Florencio Varela. De esta actividad participaron Abril Barrionuevo, Jorgelina Moreno e Ivana Paz. Morena Peralta, acompañó en su recorrido con el camión a los voluntarios de la ONG “Cactus Brown” de Almirante Brown y Lorena Perez, por su parte, entrevistó a sus vecinos de Quilmes.
En suma, nuestro trabajo se inscribe cuando el problema de los materiales reciclables pasó a ser problemática no solo atendida por los gobiernos nacional, provincial y municipal sino también un fenómeno que abrió pasó a iniciativas vecinales y a la conformación de Ongs.
A continuación, compartimos algunos fragmentos de las notas de campo de las estudiantes/ autoras y de sus entrevistas. Aclaramos que lo(as) entrevistados(as), con su autorización, aparecen aquí con sus nombres reales.
Ivana Paz
Al llegar a la Estación de Florencio Varela, a las 9:52 a.m. del día sábado 21 de mayo; ya que el voluntariado de ECO PUNTO realiza sus encuentros el 3er sábado de cada mes; me encontré con mi compañera de cursada Abril y al consultar donde estaba la profe, nos dirigimos al anfiteatro, donde ella ya había llegado. El anfiteatro queda a unos metros de la estación, por lo que hay mucha concurrencia de gente, nuestra primera impresión del lugar fue de sorpresa ya que nos imaginábamos un lugar más grande, cubierto, cerrado, etc. Es un complejo pequeño, tiene un escenario y unos escalones de cemento para sentarse, árboles, da el sol en todo el día, como está cerca de la estación, tiene varias paradas de colectivos y muchos negocios cerca. Alrededor se puede observar basura en el suelo y los canastos que ponen el municipio, desbordados.
Nos empezamos a saludar con los voluntarios del Eco Punto, a presentarnos y a recorrer el sector que ellos ocupan. La mayoría de ellos, chicas y chicos muy jóvenes. Recién estaban terminando de armar todo y acomodando los bolsones (que se los trae la cooperativa) donde se deposita cada uno de los reciclables por separado, cada uno de esos bolsones tienen el nombre del reciclable que deben depositar; “bazar”, “soplados”, “tapitas”, “PET transparente”, “PET color”, “ecobotellas”, “nylon transparente”, “nylon color”, “papel color”, “papel blanco”, “cartón/cartulina”, “aluminio” y “hojalata”, luego había un sector donde se dejaban las “colillas” de cigarrillos y “aceite” usado, y por otro, en cajas, las botellas de vidrio y los sachet de leche. Cada 2 o 3 bolsones hay un voluntario para ayudar y controlar que no se mezclen los reciclables, respetando el uso de barbijo y guantes.
Luego del recorrido empezamos con las entrevistas a los voluntariados, aprovechamos que en la primera hora no había mucho movimiento de personas. En mi caso entrevisté a Luciana de 20 años, que vive en Florencio Varela, muy amable y predispuesta a que le hagan preguntas. Me dijo que se unió al voluntariado en diciembre del 2021 a través de su novio que ya colaboraba con el ECOPUNTO, le comentó que se necesitaba gente y como le copaba la idea de ayudar, se unió y le gusto. Estudia Psicología en la Universidad de La Plata.
(…) Luego pregunté a una vecina, si podía hacerle algunas preguntas, que éramos estudiantes de la UNAJ y era para realizar un trabajo sobre el ECOPUNTO, muy amablemente accedió. Su nombre era Silvina, vecina de Florencio Varela (a 15min. Del ecopunto) con 40 años. Nos comentaba que conoció el proyecto por medio de la red social, Facebook. Vio que un amigo le dio un “me gusta”, a ella le saltó y entonces entró por curiosidad, al empezar a ver lo que publicaban, le pareció interesante y comenzó a separar los reciclables para luego entregarlos en los puntos de encuentro y todo esto ocurrió durante la pandemia. Al principio le costó un poco el separar, debía leer constantemente la información porque se confundía un poco con el tema de separar los papeles blancos, de los de revista, etc. Difunde sobre esta práctica en su núcleo familiar y compañeros de trabajo comentándoles un poco de qué se trata. Junta sus reciclables y los trae cada 2 o 3 meses.
Por último, entrevisté a un muchacho que, según nos indicaron, trabajaba para la cooperativa que retira los reciclables del evento y los lleva una planta donde se inicia el proceso de reciclaje. Su nombre es Damián, de 25 años y vive en San Francisco Solano. Nos contaba que empezó como un voluntario en los ecopuntos que se realizaban, a través de su tía, después conoció a Nicole, que es la que “mueve, todo ahí” y le pregunto si sabía manejar, él dijo que si, entonces comenzó a utilizar el camión que transporta todo lo recaudado. Hace poquito comenzó a trabajar y no sabía mucho de la cooperativa porque él solo se encarga del traslado, pero algo pudimos conocer. Los bolsones van hacia una planta de reciclaje que queda en Avellaneda, todo lo reciclable va junto hacia una máquina, donde hay 10 hombre de un lado y 10 del otro y empiezan a separar antes de meterlos en la máquina, que es quien prensa los reciclables los atan con alambre y los ponen en un camión que son trasladados a varias provincias.
Al finalizar la entrevista nos pusimos a observar nuevamente, y a eso de las 11a.m, percibimos que comenzó a venir más gente a dejar sus reciclables, más jóvenes, aunque seguían siendo mayoría los adultos mayores quienes participaban más, algunos llegaban en bicicletas, autos, camiones, pero mayormente a pie, con sus bolsas ecológicas de tela y algunos con carritos. Generalmente venían solos con muchas bolsas, vestían bastante abrigados pero cómodos.
Jorgelina Moreno
En el sábado 23 de mayo de 2022 junto a la profesora Laura y compañeras nos acercamos al anfiteatro situado en la ciudad de Florencio Varela, donde allí se realiza un sábado al mes actividades de reciclaje realizado por voluntarios interesados en la ecología y en la difusión de esta; con el fin de entrevistarlos e informarnos sobre las tareas que realizan. Llegada al sitio me encontré con la comisión donde tuvimos una pequeña charla y nos organizamos para comenzar a realizar las entrevistas.
En mi caso entrevisté dos voluntarios: Joaquín y Kirsten de manera conjunta. Joaquín señaló que se unió al voluntariado porque tener “ganas de ayudar” y decidió enviar un mensaje a la página y le respondieron que sí, que necesitaban voluntarios. Kirsten señaló que conoció a Florencia Morales, organizadora del evento, trayendo sus materiales para reciclar y le gustó su forma de organizar y así decidió “devolver algo a la comunidad”.
Comparto los siguientes pasajes:
Joaquín: Tuvimos algunos problemas con el municipio y, el tema del uso del espacio público, en un momento era como que estaba un poco en discusión si se podía usar el espacio público así como lo estamos usando, y habían consultado en la ley y no había ningún problema en poner unos bolsones en la calle y hacer este tipo de evento, pero nada… más que nada ese lado, bueno después obviamente buscar a quien proveerle el material que ya desde un principio se había arreglado con la cooperativa, no es que se juntó el material sin saber a dónde se lo iba a mandar y después toda la organización que capaz después se cae la cooperativa como pasó, tuve que salir a buscar otra o por ejemplo el del aceite en un momento no podía venir y había que buscar otro y así ir coordinando porque los eventos se tienen que hacer igual porque la gente ya está acostumbrada, y decirles un día antes “che no vamos a poder hacer el evento” y la gente ya tiene todo guardado en su casa hace un mes…dos meses y termina siendo que quizás dejen de reciclar que es lo que realmente no queremos, así que es eso…más que nada es eso. Bueno después los posteo en redes hay que estar muy activos en eso, hay que comunicar…el mayor objetivo de Florencia si no me equivoco es la educación…más que nada la educación ambiental, más allá de limpiar las calles que es el objetivo secundario y que los residuos tengan un nuevo ciclo de vida, lo más importante para ella creo que es la educación ambiental desde ese lado, ella que es profesora desde ese lado, entonces por eso la rigurosidad en la categorización de los materiales que vengan limpios, que vengan secos, ella nunca quiso por ejemplo poner un punto una campana verde así sin atenderla y que la gente venga y ponga sus cosas porque generalmente vienen mal las cosas, o vienen sucias, o mal clasificadas y eso por un lado no sirve a la industria tanto porque implica otro reproceso porque tiene que volver a clasificar las cosas, limpiar las cosas y eso implica más costos a la industria y además la gente no se termina involucrando tanto sino que bueno, pongo todo en un tacho y lo dejo ahí y me saco el problema de encima, entonces es un poco ese el objetivo de ella, creo yo.
En ese sentido Kirsten nos comentó que separar los residuos es un proceso de enseñanza y aprendizaje al mismo tiempo. Y que ella aprendió a separar viendo cómo ocurría en los eventos.
Kirsten: Mmm bueno, al principio es un proceso no, de aprendizaje, entonces uno ve lo que va consumiendo en la casa y ve lo que recibimos en el evento y a partir de ahí yo empecé a separar en casa y recién hace un año empecé a tener un sistema más organizado ¿no? Según lo que se consume en mi casa, entonces tengo un cajón con bidones etiquetados, ya separados: papel blanco, papel color, nylon color y nylon transparente y después las otras cosas más sucias las tengo en el garaje (se ríe), por ej. botellas vacías, metales, ahora incorpore metales que después llegado al evento los separo acá, y los separos en aluminio y hojalata….
Abril Barrionuevo
Hoy, sábado 21 de mayo de 2022, asistí por primera vez a un evento voluntario sobre separación de reciclables. El mismo fue en el centro de Florencio Varela, lugar que conozco desde chica. Llegué a la estación a las 9:40 am, en busca de mi profesora y compañeras para, desde allí, ir al Anfiteatro (donde se hacía el evento). Estaba nerviosa porque la tarea era entrevistar a personas y nunca lo había hecho, pero motivada por sumar experiencias a mi vida. A los cinco minutos llegó mi compañera Ivana, que estaba perdida –pero no tanto- como yo, así que me sentí acompañada.
(…) Vi toda la basura que había en la vereda, el pasto, la calle, incluso estando cerca de un evento de residuos. Reflexioné sobre la situación que está pasando el medio ambiente y me dieron ganas de ayudar a que esto no siga sucediendo. Mientras tanto veía que llegaban vecinos de todas las edades, aunque la mayoría fueron “abuelos” con sus bolsas grandes o carritos de las compras.
Llegó el momento de hablar con una vecina. Ella traía una bolsa ecológica y ropa cómoda, pero lo que me acuerdo es que llevaba una campera rosa. Le comenté la idea de entrevistarla y me dijo que si, solo que la espere a que termine de acomodar los residuos. Me senté a esperar y en ese momento apareció un voluntario para sacarnos una foto en agradecimiento.
La vecina se llamaba Antonella y tiene 30 años. Comparto el siguiente pasaje:
Yo: ¿Vivís cerca del evento?
Ella: Vivo más o menos a 15 cuadras
Yo: Ah, bastante cerca entonces, te queda cómodo. Y este proceso de reciclado ¿hace cuánto lo venís haciendo?
Ella: Hace 6 meses
Yo: Que bueno, no hace tanto
Ella: No, no. Hace re poquito. De hecho, es la segunda o tercera vez que vengo.
Yo: Y esto del reciclaje, ¿lo aplicas en tu casa o en algún otro momento?
Ella: Más que nada en mi casa, pero cuando puedo traigo cosas del trabajo. Del trabajo las llevo a mi casa y así puedo venir con todas las cosas.
Yo: Claro, directamente traes todo junto, eso está buenísimo. ¿Venís caminando?
Ella: Si, si. Caminando
Yo: Porque vi que viniste con muchas bolsas, bastante equipada
Ella: -se ríe- La verdad que si
Yo: Y este tema, ¿se lo transmitís a otras personas?
Ella: En vacaciones estuve con mi familia y les dije “che, mirá que podemos reciclar esto y esto”
Yo: Que bien, les diste como una idea de cómo empezar
Ella: Si, pero quedo dando vueltas, no hubo mucha respuesta –se ríe-
Yo: -me rio- No te dieron mucha bola, pero igual vos lo seguiste haciendo
Ella: Si, si
Yo: ¿Vas a otro lugar a llevar lo que reciclas o solo a este evento?
Ella: No, solo acá porque me queda cerquita
Yo: Si, me imagine… Y, cuando empezaste, ¿te resulto fácil o difícil?
Ella: Fue complicado, de hecho, empecé solo con latas y cartón. Después me di cuenta de que podía sumar más cosas. Por ejemplo, en mi trabajo uso unas bolsas y no sabía distinguir si era nylon o plástico. Entonces mandé un mensaje a la página, me respondieron y ahí entendí como diferenciarlas
Mi segundo entrevistado fue un joven voluntario de 19 años.
Yo: ¿Cómo es tu nombre?, ¿de dónde sos?
Él: me llamo Tomás, soy de acá (Florencio Varela), del barrio 9 de julio
Yo: -asintiendo con la cabeza- Y, entonces, ¿cómo decidiste ser voluntario?
Él: Yo seguía a la página de Instagram hace un tiempo, un día me fijé que pusieron una historia en la que pedían voluntarios. Como me daba vergüenza ir por mi cuenta, se lo comenté a una amiga y le pedí que vengamos juntos
Yo: Genial, y este “trabajo” de ser voluntario ¿es lo único a lo que te dedicas?
Él: No, además soy estudiante. Estudio Química y Tecnología Ambiental en La Plata
Yo: Que bien, me encanta. ¿Me podrías contar como modificó tu vida el ser voluntario? ¿O notaste algún cambio?
Él: Yo creo que el cambio más notable es que me empezó a preocupar mucho más la cuestión ambiental cuando empecé a ser voluntario. Por ahí cosas que antes no me daba cuenta (en mis hábitos), empecé a cambiarlos cuando vine acá
Yo: Claro, sí, y esto de separar ¿lo haces en algún otro momento?
Él: Lo hago todo el tiempo, incluso traigo los reciclables de otras personas que los llevan a mi casa
Yo: Ah! Que copado. Entonces tenes bastantes contactos ya
Él: Si, si
Morena Peralta
Un viernes 27 de mayo arreglo con mi amiga Candela, voluntaria de una organización que incentiva a los vecinos y a toda la gente a introducirse en lo que es el reciclado, coordino días antes con ella para poder ir como todos los viernes al camión donde hacen el recorrido por todas las casas de los vecinos a buscar sus bolsas separadas de vidrio, cartón, plástico, y de más artículos que se puedan reciclar.
Al llegar a su casa ubicada en Rafael Calzada a las 16.00hs llega el camión con dos voluntarios más llamados Carlos y Oscar, ellos muy amablemente me dijeron que estaban dispuestos a explicarme cada cosa que hacían y que pregunte si algo no entendía para poder aprender más sobre el tema.
Ellos comenzaron a explicarme que cada uno tiene un rol diferenciado en lo que es su organización “cactus Brown” que muchos incluso no solo son voluntarios, sino que es un “trabajo” y que cobran el plan “potenciar trabajo” para poder tener un ingreso en su vida, me contaban que eso ayudó mucho también a incentivar a los jóvenes en sus primeros empleos y que además tengan un fin productivo, el de reciclar.
En cuanto a la dinámica en el camión fue muy interesante, nos subimos a el camión los cuatro y comenzamos a hacer el recorrido. Carlos que es la persona contratada por el municipio quien maneja el camión y trae las bolsas transparentes de residuos diferenciados empezó su camino. Me explico que primero había que pasar por la unidad productiva de reciclado para poder agarrar más bolsas y allí fuimos, nos encontramos con más hombres y mujeres trabajando allí separando las bolsas que habían quedado del viernes anterior y fijándose que esté todo en condiciones para luego llevarlo a separar. Carlos el trabajador en recolección me contó que toda la gente que estaba ahí eran ex cartoneros y carreros, que el municipio decidió contratar para generarles un trabajo más digno, que puedan tener un ingreso fijo como lo es el plan que mencione antes, el “potenciar trabajo”. Una vez que terminamos de buscar las bolsas arranco la ruta de recolección, mi amiga Candela cumple el rol de promotora ambiental, se encarga del contacto con los vecinos, es quien organiza mediante las redes sociales el horario y día del encuentro para el retiro de sus objetos separados, les va mencionando el camino por el que circula el camión y que lugares abarcan para que incluso la gente que esté cerca de su domicilio y no sepa donde llevar sus residuos se acerque hasta algún punto en común y pueda seguir reciclando.
Cuando comenzó el camión a hacer la ruta ya pactada como todos los viernes, Candela manda la ubicación en tiempo real al Grupo de Whatsapp de todos los vecinos. Algunos de ellos dejan sus bolsas colgadas en las rejas de su casa, otros las dejan en el porche y otros, más amigables, salen a la puerta para dárnosla en la mano y poder charlar algo con nosotros. Así como sale una bolsa se le entrega una nueva vacía y esas bolsas llenas se van acomodando en el camión. Pasamos por 25 casas diferentes y en el camino, en puntos en común, nos encontramos con unos 5 o 6 vecinos más que nos dejaron muchísimas bolsas y botellas. Cuando terminó el recorrido de recolección, les saque una foto a todos de ese día y el camionero y los recicladores se van nuevamente a la unidad productiva de reciclado y descargan todo el material, luego se guarda el camión en el parque industrial del municipio ahí en Almirante Brown y los recicladores se quedan a clasificar todo el material.
Me quede hasta el final así veía cómo varios hombres y mujeres separaban en contenedores enormes lo que es papel, vidrio, cartón, plástico, había también ropa para donar y otra para poder hacer trapos de limpieza y finaliza el día con un gran aplauso por la increíble jornada de trabajo que hicieron entre todos los compañeros y compañeras.
Lorena Rivas
Hoy domingo 22 de marzo del 2022 en el barrio Dorado 8 de Quilmes Oeste, donde actualmente vivo, me siento interesada en entrevistar algunos vecinos para poder desarrollar un trabajo práctico de la materia antropología. El trabajo de campo versa acerca de cómo tratan los residuos los vecinos del barrio. Hoy domingo me reúno con una vecina Gladys a quién le comenté si le podía realizar una entrevista para un trabajo de la universidad quedamos en encontrarnos en su departamento tipo 11 horas porque luego tenía que salir a una reunión familiar. Toco el timbre un poco preocupada por lo que me podía encontrar…
Gladys, tiene 59 años es técnica en farmacia y actualmente vive de una pensión. Comparto el siguiente pasaje:
¿Cómo tratas los residuos? Le preguntó. Ella abrió los ojos enormes sin esperar esa pregunta y comenzó a explicarme que tiraba los desechos de basura en una bolsa y separaba las botellas por un lado de vidrio cartones y botellas de plástico.
Yo- ¿Por qué? Ella: Para que se lo lleven los cartoneros, el botellero y para cuidar el medio ambiente.
Yo- ¿Qué bolsas utilizas? Ella: Uso negras para los desechos y botellas o cartones los saco solos en bolsas transparentes.
Yo- ¿Te cuesta trabajo hacerlo? Ella: no lo hago normalmente, es una costumbre.
Yo- ¿En qué horario sacas normalmente los residuos? Ella: Generalmente sacó todas las noches.
Yo- ¿crees que se nota cambios en el barrio en separación de residuos? Ella: Sí se nota mucha gente separa como yo las botellas, cartones, de los desechos, pero falta muchísimo todavía que todo el barrio lo haga también se evita que se rompan las bolsas de basura para sacar las botellas, por ejemplo.
Yo -¿cómo crees que afectó la pandemia en los residuos? Ella: Y afecto muchísimo. Ya que ni los basureros pasaban. Se juntaba mucha basura por días. Terminé mi entrevista con Gladys quién muy contenta me agradeció por haberla elegido para poder realizar mi trabajo a la cual le agradecí yo por haber colaborado.
La segunda entrevista corresponde a la portera del barrio con quien me comuniqué por WhatsApp el domingo para ver si hoy podía atenderme para una entrevista para realizar un trabajo para la universidad.
La portería ubicada en la entrada del complejo es una garita de paredes de material con techo de teja con una escritorio y monitores de cámaras del complejo y una silla donde Sandra se encontraba, en ese horario. Sandra tiene 57 años, cursó el secundario completo quién. Se la veía muy sonriente y contenta por ayudar en mi trabajo. Comienzo preguntándole:
yo – ¿cómo tratan los residuos en su hogar? Sorprendida Ella: ¿me dice los residuos?
Yo- Sí los residuos Sandra- Ella: Yo lo reciclo pongo los vidrios y botellas en caja con Cartel botellas plásticas por otro lado y en bolsas negras los desechos y cartones separados.
Yo -¿Cuándo comenzaste a reciclar? Ella: desde hace mucho tiempo porque yo trabajo en la portería y me da mucha bronca que muchos propietarios tiren todos junto y después rompen todas las bolsas los botelleros, cartoneros, etc. Responde un poco molesta cuando empezó a hablarme de su trabajo.
Yo -¿Llevas lo que separadas en algún sector? Ella: No solo lo saco en mi canasto
Yo- ¿Cómo fue que te interesó reciclar? Ella: Porque lo veo en los medios.
Yo-¿En tu trabajo cuánta gente separa?Ella: muy poca gente es minoría colocan vidrios rotos en la basura junto a comida cartones cuando eso se podría utilizar para realizar cosas con los reciclados no le dan importancia.
Yo-¿vos ves cambios? Ella: no veo cambios y menos acá en provincia esto no tiene solución. Mientras hablo con Sandra me siento muy culpable por ser propietaria del complejo y no poder lograr las expectativas de separación de residuos del barrio como una integrante de él. Agradezco a Sandra por permitirme realizarle la entrevista para mi trabajo.
Mi último entrevistado fue José, vecino del barrio Dorado 8 de Quilmes. Tocó el timbre a José que me hace pasar a su departamento en el sector del living con paredes pintadas de color blanco sillones de color negro donde me invita a sentarme para comenzar con la entrevista su nombre José de 49 años de edad masculino secundario completo empleado de seguridad en una escuela.
Yo- ¿Cómo trata los residuos en tu hogar? Él: Sacamos todas las noches todos junto.
Yo- ¿Cómo todos junto? Él: Sí todo junto, no separamos nada. Yo sé que está mal pero no lo hacemos va todo junto no tenemos tiempo.
Yo-¿Trabajas todo el día? Él: si doble jornada y mi esposa también por eso se complica con todo.
yo – ¿En tu lugar de trabajo cómo tratan los residuos? Él: allí si se recicla tenemos tres contenedores enormes uno para papeles blancos otro para plásticos otro para vidrios y tachos negros para desechos.
Yo- ¿Quiénes separan? Él: Todos, pero los que dan el ejemplo son los chicos lo hacen automáticamente.
Yo- ¿Quiénes retiran los tachos o lo llevan algún sitio? Él: los retiran todos los viernes gente de una cooperativa. En eso se abre la puerta y entra su esposa que venía cargada de bolsas plásticas de color negro de realizar compras, me saluda y me dice ¿nos viniste a entrevistar? Yo- sí gracias por la ayuda José. Le cuenta que quería saber sobre los residuos y rápidamente su esposa me dice nosotros no reciclamos no hay tiempo. Sigue a la cocina. Continúo preguntando a José ¿cómo informan sobre el reciclado en su trabajo? Él:lo hacen en cartulina y los chicos que los pegan en los pasillos de la escuela.
Yo- ¿Cómo se vio afectado en la pandemia el reciclado? Él: Se vio muy afectado ya que se manejaba en burbuja con kiosco cerrados ni siquiera había desechos hasta este año que volvieron las actividades normales en todos los niveles. Agradezco mi vecino por haberme recibido para poder realizar mi trabajo de campo.
Conclusiones
A lo largo de estas páginas identificamos cómo viven el problema de la separación de los residuos voluntarios de una organización vecinal, de una Ong y vecinos de Florencio Varela y de un barrio cerrado de Quilmes Oeste. Los voluntarios asumen esa actividad por tener “ganas de ayudar” o de “devolverle algo a la comunidad” y también varios de ellos señalaron hacerlo cuando tienen un familiar (una tía, un novio) que ya formaba parte del evento. Lo mismo que los vecinos, la participación de un amigo o familiar era un aspecto más que ponderado a la hora de decidir “reciclar”. Las redes sociales, también, funcionaban tanto como forma de acercamiento al ecopunto, como así también para sacarse las dudas acerca de cómo separar y cuidar los reciclables. No obstante, sin una estructura de recolección que involucraba una cooperativa, que traslada los reciclables a una planta de separación y luego a las industrias específicas, la práctica del reciclaje no podía sostenerse. En el ecopunto vimos que, junto a la cooperativa, también participaban el Supermercado Alen de Florencio Varela que contribuye con sus vehículos para trasladar las ecobotellas al Club de Leones de Villa Florida. Y también, la empresa Sodir que se ocupa de trasladar el aceite usado para transformarlo en biodisel y la empresa Cigabrick que construye ladrillos ecológicos a partir de las colillas de cigarrillos. Sin embargo, como lo señalaban buena parte de los testimonios de los vecinos era en la casa de las personas donde la magia ocurría. Aunque era una magia no exenta de algunos sinsabores. Los vecinos debían aprender a separar, cuidar y limpiar sus reciclables para luego guardarlos por meses debiendo destinar un espacio de sus casas a tal efecto, recibiendo, muchas veces, críticas y comentarios de sus familiares (Cuándo vas a sacar esa basura de acá). Así los “reciclables” circulaban del trabajo a la casa y luego al ecopunto y también entre vecinos y entre vecinos y voluntarios. En suma, los reciclables al igual que los objetos inalienables estudiados por nuestros compañeros de la UNPAZ también circulaban y en esa circulación creaban lazos, daban sentido a la vida “poder ayudar”, “devolverle algo a la comunidad”, eran también un pasatiempo para adultos mayores y hasta se constituían en una ocupación rentada “un trabajo”, para los jóvenes de “Cactus Brown” que lo hacían como parte de las obligaciones del plan “potenciar trabajo”. En esta primera etapa no hemos podido observar qué ocurre “puertas adentro” con los reciclables, cómo es el proceso de separación, cuidado y fundamentalmente el acopio, qué espacios de las casas son los elegidos para guardarlos hasta ser entregados y cómo esto altera la dinámica del hogar. Si sabemos que es una práctica sobre la que recaen imputaciones morales, quienes no lo hacen reconocen que “está mal”. Pero a partir de esta experiencia colectiva se nos abren una serie de preguntas que nos permitirán formular una futura propuesta de intervención porque está ponencia más que un final es para nosotras un comienzo.
Autoras
Laura Colabella (Docente Trabajo Social UNAJ)
Abril Barrionuevo
Jorgelina Moreno
Ivana Paz
Morena Peralta
Lorena Rivas
(Estudiantes Trabajo Social UNAJ)
Bibliografía
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