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Universidad Nacional Arturo Jauretche | Instituto de Ciencias Sociales y Administración | Licenciatura en Trabajo Social

 

Por Prof. Mg. Bibiana Travi. Trabajadora social, docente investigadora UBA, UNM, UNPAZ

Reflexionar sobre lo técnico-instrumental en estos contextos tan convulsionados, me retrotrae a algunas de las preocupaciones que me acompañaron cuando siendo muy joven inicié mi labor profesional y a la vez académica, y cuando poco tiempo después, me hice cargo durante 14 años, de asignaturas teórico-metodológicas y prácticas.

En esos primeros años, tomé conciencia del escaso material teórico, de la ausencia de espacios curriculares, de investigación, jornadas, debates, para la reflexión y producción de conocimientos sobre el tema, ante lo que me preguntaba cómo era posible que una profesión que requiere ineludiblemente del despliegue de técnicas e instrumentos de conocimiento e intervención tuviera tales falencias. La única alternativa por entonces, era acudir a autorxs clásicxs de la sociología, la antropología, la psicología como Taylor y Bodgan, Guber, Blejer, referentes importantes aún hoy, pero no vinculados a la especificidad profesional. Afortunadamente, en los últimos años, esto comenzó lentamente a revertirse con algunas publicaciones e investigaciones pero aún constituye una importante área de vacancia.

En vistas a ello, llevo más de tres décadas abocada a su estudio. Sin embargo, lo más sorprendente es que a partir de otros intereses relacionados con la historia de la profesión, sus fundamentos, la investigación sobre obras de autoras clásicas como Mary Richmond, Amy Gordon Hamilton y Helen Perlman (entre otras), descubrí las tempranas y profundas reflexiones de nuestras pioneras relación a este tema. Jamás había escuchado, leído o recibido información sobre su existencia, sobre sus innovadoras y originales propuestas (que se adelantaron casi un siglo a desarrollos posteriores). Estos hallazgos, el encuentro con el legado de nuestras ancestras, tuvo un fuerte impacto en cuanto a la construcción de mi identidad como trabajadora social, militante, feminista y hoy artivista. Sentí que había recuperado una identidad robada, ultrajada, demonizada, ocultada, e intencionalmente invisibilizada.

¿Cómo se relaciona este relato en primera persona con el tema en cuestión? En cierto sentido es simple, ya que algunos de los interrogantes, dudas, preocupaciones que tenemos hoy en cuanto al ejercicio profesional, estuvieron presentes en sus inicios, aunque en el contexto actual se incrementan ante la necesidad de realizar prácticas o intervenciones a través de medios digitales (en el sentido de la utilización estratégica de las tecnologías de la información). Desde hace unos años estamos asistiendo a una generalización de diversas formas de archivo digital, historias clínicas, legajos electrónicos, al uso del whatsapp, teléfonos celulares, correos electrónicos, y ello viene siendo objeto de análisis y debate en el colectivo y organizaciones profesionales, en relación a cómo proteger el secreto profesional y garantizar el resguardo la información, los registros de las intervenciones profesionales tal como lo establecen nuestras Leyes de ejercicio profesional, los Códigos de ética y la ley 25.326 de Protección de los Datos Personales (2000).

Algunas precisiones conceptuales y consideraciones respecto de las relaciones entre teoría, método y técnica

 El Trabajo Social se caracteriza por su intencionalidad interventiva, trans-formadora, crítica, emancipadora, antiopresiva. Y para el logro de sus objetivos requiere, por un lado, de un conocimiento riguroso de las situaciones-problema sobre las que va a intervenir, lxs sujetos involucradsx, el contexto socio-económico, político, cultural, vincular, afectivo, condiciones de vida y de trabajo, y por otra parte, implementar estrategias de intervención pertinentes y eficaces, que garanticen la plena participación de lxs involucradxs.

Trabajamos con personas, sujetxs individualxs y colectivxs que tienen vulnerados sus derechos y/o atraviesan situaciones de conflicto, carencias, crisis, diversas formas de padecimiento subjetivo y social, y para lograr un  abordaje integral-situado se requiere de un saber y un hacer específico y especializado.

Por su parte, los procesos de intervención implican un conjunto coherente y concatenado de acciones, desde referentes teórico-metodológicos, marcos normativos y encuadres institucionales que le den sentido y direccionalidad. Y a lo largo de todo el proceso se despliegan diversas técnicas e instrumentos de conocimiento e intervención como la observación, la entrevista, registros, informes sociales entre otras.  Desde el punto de vista epistemológico, como ya lo señalaban lxs primerxs pragmatistas como John Dewey en su “Teoría del conocimiento”, y hoy perspectivas no dualistas, tanto la “teoría” y la “práctica”, como el “conocer” y el “intervenir” son dos caras de una misma moneda. Por ello su diseño y “aplicación” no puede estar disociado, escindido de las perspectivas epistemológicas y marcos teóricos en los que se fundamentan y sustentan. A decir de Teresa Rossell, las técnicas “no pueden ir desligadas de un cuerpo de conocimientos científicos que servirá de referencia y que apoyará y dará fiabilidad a la actuación específica del profesional, ni pueden estar vacías de contenidos ideológicos que darán dirección a la actuación” (Rossell, 1989, s/p).

Como afirma  Bourdieu (1994), las técnicas son teorías puestas en acto, y dado que “lo real”, “no se manifiesta  directamente al sujeto, sino mediatizado por una construcción teórica desde donde se lo interroga” (Guber,1991:63), los marcos teóricos serán las herramientas por excelencia para problematizar lo real, desnaturalizar lo naturalizado, diseñar guías de entrevistas, protocolos o modelos de informes. Los “datos” tienen un carácter artificial en la medida que “no constituyen la  simple y directa  representación de los hechos, puesto que su naturaleza instrumental los caracteriza como construidos por el analista” (Coraggio, 1996:91).Asimismo, siguiendo a Cora Escolar (2001), la noción de estrategia teórico-metodológica refiere a una particular puesta en relación entre objeto, teoría, método y técnica. Y como toda práctica científica, requiere de una “vigilancia epistemológica” de las operaciones conceptuales, la cual se impone en “las ciencias del hombre, en las que la separación entre la opinión común y el discurso científico es más imprecisa que en otros casos”, y porque nos hallamos ante el “obstáculo epistemológico por excelencia”: el de la familiaridad y proximidad con el objeto en cuestión, “porque produce continuamente concepciones o sistematizaciones  ficticias, al mismo tiempo que  sus condiciones de credibilidad” (Bourdieu, 1994:27).

Por lo tanto, advertimos acerca del gran riesgo de concebir a las técnicas e instrumentos disociados de los marcos que le otorgan sentido y fundamento. En otras palabras, hay un “privilegio epistémico de los problemas de investigación” y de intervención “respecto de los procedimientos de intervención en la realidad”. Ello implica “una subordinación de las técnicas “a la teoría”, a los procesos de construcción de problemas objeto de investigación / intervención los “cuales orientan la selección de las técnicas más apropiadas para construir datos” (Escolar-Besse, 2011:89) o direccionar una estrategia de abordaje.

De todo lo expuesto ¿Qué es entonces lo que perdura y qué es lo que se modifica en estos contextos en los que parte de la intervención y las Prácticas de Formación Profesional se vehiculizan a través de medios digitales? Dado que este tema puede abordarse desde distintas aristas, centraremos la reflexión específicamente en una de las principales técnicas de conocimiento e intervención: la entrevista.

La entrevista es una técnica privilegiada en toda disciplina/profesión que requiera para el abordaje de su objeto una relación profesional, de cambio, con otras personas. Y dado que, “la comprensión y la acción se interpenetran continuamente” (Richmond, 1993:81), es claro que conocer e intervenir forman un todo y son parte de un solo proceso

Si partimos de su etimología, “entrevista” quiere decir “ver entre”, lo cual tiene similitudes con el verbo intervenir, “venir entre”, lo cual ya nos da la idea de que no se trata de una acción unidireccional. Como acto/proceso comunicativo significa que como mínimo hay dos sujetxs en interacción, que estamos “mirando algo”, una situación problemática, una dificultad, en una relación dialógica, reflexiva, en un encuadre, con un objetivo y roles diferenciados.

Rossell, retomando los aportes de Gordon Hamilton, (en clara coincidencia con perspectivas constructivistas) considera a la entrevista como relación, como técnica y proceso. Consiste en “la utilización consciente e intencionada de conocimientos, procedentes de la teoría, de la experiencia y de otras fuentes de información, que el trabajador social transforma en conducta mediante la relación” que establece con lxs sujetxs. Todas nuestras pioneras le otorgaron un lugar central a la relación, al vínculo profesional/asistencial, como medio, y como clave del éxito de la intervención. La intervención al igual que la investigación social es una instancia de “encuentro entre actores” donde lxs sujetxs tiene un papel central en la relación cognitiva. Asimismo, “una profesión hace suya una técnica cuando utiliza de forma operativa y sistemática unos contenidos teóricos para lograr sus objetivos profesionales. En tanto proceso, se desarrolla en diferentes fases: preparación, momento de apertura, desarrollo, evaluación y cierre.

Por otra parte, el establecimiento de un encuadre, concebido como condiciones constantes que hacen posible una tarea, tiene una relevancia central como garantía de la calidad de la intervención, y a su vez fuertes implicancias éticas. Dichas constantes tienen que ver con el lugar, el espacio (físico o virtual) en el que se llevan a cabo las entrevistas, que incluye: la cuestión de la privacidad que resguarde el secreto profesional, la adecuación de dicho espacio para tal fin, entre otros. El tiempo está relacionado tanto el registro cronológico, como el psicológico. Por último, es fundamental la claridad en los objetivos, los roles, funciones y la tarea.

Si la función del encuadre es delimitar una situación, brindar apoyo, sostén, seguridad a lxs involucradxs, ¿cómo se logra en una entrevista telefónica o presencial asistida por medios digitales, o cuando es necesario realizar un estudio socio-ambiental? En esos casos será necesario tomar una serie de recaudos como “presentar el lugar” desde la cual se realiza la entrevista, (incluso hacer un recorrido con la cámara), asegurar a la persona que se garantizará la confidencialidad, establecer de antemano el medio a través del cual se realizará, el día y la hora, considerar las posibilidades de conexión, entre otros aspectos. Ya Mary Richmond en el “Diagnóstico Social” (1917) nos aportaba novedosas sugerencias respecto de las entrevistas por carta o telefónicas, toda una novedad para la época. Con respecto a las entrevistas en domicilio, nuestras antepasadas tuvieron importantes debates a principios del siglo XX y diversos escritos dan cuenta de sus características, condiciones, modalidad, oportunidad. [1]

Estas conceptualizaciones nos alejan de la imagen de la entrevista como un rutinario y burocrático cuestionario, un interrogatorio para “obtener datos”, ya que no hay que confundir una entrevista con un “estúpido compilar de datos engañosos” o con completar “lapicera en mano” (…) una ficha que tenemos sobre el escritorio y formular “cada pregunta en el orden indicado por los ítems del formulario” (Richmond, 2005:107), Según Hamilton,  “el formulario de solicitud nunca puede ser sustituto de la Historia social” (1960:206). Las técnicas “tienden a hacerse ritualistas, a menos que se las revise constantemente a la luz de las necesidades del cliente y de los cambios sociales” (Ib.:128).

Una entrevista es siempre una experiencia vital muy importante para lxs entrevistadxs y significa una gran oportunidad para poner en palabras situaciones complejas, que requieren de una escucha atenta, empática, comprensiva, que permita procesos reflexivos y de auto-conocimiento.

¿Qué es entonces lo que cambia en la actualidad? Sin dudas, es irremplazable la posibilidad de vivenciar, experimentar en forma directa un espacio-tiempo compartido, y que se dificulta la comprensión de diversos componentes del contexto. Sin embargo, la invitación desde estas páginas es a recuperar, resignificar lo más genuino, original, disruptivo, crítico de nuestra experiencia y saberes profesionales/disciplinares, para hacer frente a los desafíos que tenemos que enfrentar en la actualidad. Apelar a considerar aquello que perdura, sus bases, principios, fundamentos, su esencia, recreadas hoy con perspectivas teóricas actuales

Sea cual fuera el medio por el cual realicemos una entrevista, siempre se pondrán en juego la disponibilidad, las habilidades técnicas, la capacidad de comprensión de la situación, de construir los vínculos de confianza, en vistas a una intervención trans-formadora, que contribuya a la resolución de problemas sociales, restitución de derechos, al mejoramiento de la calidad de vida de las personas con las que trabajamos, y en definitiva, al compromiso de contribuir y apostar a la  construcción de una sociedad más justa, más libre, diversa e igualitaria.

 

Bibliografía

  • Bourdieu, Pierre et  al. (1994), El oficio de sociólogo. Madrid: Siglo Veintiuno de España.
  • Coraggio, José L. (1996), “Diagnóstico y política en la planificación regional: aspectos metodológicos. En: Hintze, S. (organ.) Políticas sociales: contribución al debate teórico metodológico.  Buenos Aires: Colección CEA – CBC, UBA,
  • Escolar, Cora, (Comp.) (2000), Topografías de la investigación. Buenos Aires: EUDEBA.
  • Escolar, C.-Besse, J. (2011), Epistemología fronteriza. Puntuaciones sobre teoría, método y técnica en las ciencias sociales. Buenos Aires: EUDEBA.
  • Guber, Rosana (1991), El salvaje metropolitano. Buenos Aires: Legasa.
  • Gordon Hamilton, Amy (1960, Teoría y Práctica de Trabajo Social de Casos (1960). México: La Prensa Médica Mexicana, S.A. de C. V (1ra. Ed. 1940).
  • Richmond, M. (1993). Caso Social Individual. Buenos Aires: Hvmanitas, (1ª ed. 1922, New York: Russell Sage Foundation).
  • Richmond, M. (2005). Diagnóstico Social. Madrid: Siglo XXI Editores de España. (1ª ed. 1917, New York: Russel Sage Fundation).
  • Rossell, Teresa (1989), La entrevista en Trabajo Social. Barcelona:EUGE
  • Travi, B. (2006), La dimensión técnico-instrumental en Trabajo Social. Reflexiones y propuestas acerca de la entrevista, la observación, el registro y el informe social. Buenos Aires: Espacio.

Notas:

[1] Un extenso desarrollo sobre el tema se encuentra en Travi, B. (2006). La dimensión técnico-instrumental en Trabajo Social. Reflexiones y propuestas acerca de la entrevista, la observación, el registro y el informe social. Buenos Aires: Espacio.

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